Tras la huida de Ben Ali de Túnez y el anuncio de ayer del presidente egipcio Hosni Mubarak de no presentarse a las próximas elecciones, las protestas sociales se han convertido en una poderosa herramienta que amenaza a los gobiernos corruptos de ciertos países. Aprendiendo de esta lección, el presidente de Yemen, Ali Abdulah Sale, ha anunciado que no ampliará su mandato, que expira en 2013, y que no transmitirá el poder a su hijo.
“No habrá ni prolongación ni sucesión hereditaria”, declaró el mandatario yemení, que lleva tres décadas en la presidencia del país, un día antes de la gran manifestación convocada en Saná, que ha sido bautizada como el Día de la rabia y que recuerda claramente las recientes movilizaciones de Egipto y Túnez.
Por su parte, el principal partido opositor, Islah, ha hecho una valoración positiva del anuncio del presidente pero sigue adelante con la gran manifestación convocada para este jueves, según ha declarado su subsecretario, Mohamed al Saadi.
“Consideramos que esta iniciativa es positiva y estamos a la espera de medidas concretas. En cuanto a nuestro plan de realizar una manifestación mañana, se mantiene, y será organizada y disciplinada”, ha afirmado Mohamed al Saadi. “Ésta es una lucha pacífica a través de la cual el pueblo puede hacer oír su voz y expresar sus aspiraciones”, ha añadido.