El rey de Marruecos, Mohamed VI, anunció ayer la formación de una comisión que realizará una “profunda” reforma de la Constitución para que, entre otros aspectos, se amplíen las competencias del primer ministro y se cree un “poder ejecutivo efectivo”, con la intención última de someter estos cambios a un referéndum.
En un discurso a la nación, el monarca ha revelado lo que considera una “valiente opción”, y ha anunciado la puesta en marcha de una “comisión especial para la revisión de la Constitución” que, tras reunirse con formaciones políticas, sindicales y miembros de la sociedad civil, presentará una propuesta de enmiendas el próximo mes de junio.
“Se espera que el proyecto de la nueva Constitución sea presentado a un referéndum popular”, ha dicho, y ha pedido que se sitúen “los intereses supremos de la nación” por encima de los particulares. Mohamed VI confía en que la reforma constitucional suponga un “paso fundamental en el proceso de consolidación” del “modelo democrático” marroquí.
La reforma gira en torno a varios ejes, el más importante de los cuales es la “separación y equilibrio” de los distintos poderes, informa la agencia de noticias oficial MAP. Así, según el rey alauí, se planteará que la Cámara de Diputados gane “nuevas atribuciones” que le permitan “ejercer sus funciones de representación y control” y que cuente con un Gobierno elegido por “voluntad popular” que también obtenga la confianza de los parlamentarios.
La reforma pretende también “consagrar el nombramiento del primer ministro presentado por el partido político que ha obtenido los mejores resultados” y que este cargo tenga “un poder ejecutivo efectivo”. En este sentido, Mohamed VI ha abogado por que el primer ministro asuma “totalmente” la responsabilidad del Gobierno y de la administración pública.
Por otra parte, ha apelado a “consolidar los instrumentos constitucionales” y que los cargos públicos rindan cuentas de sus decisiones: “Vinculando el ejercicio del poder y de la responsabilidad pública al control y rendimiento de cuentas”.
Durante su discurso, Mohamed VI también se ha referido en varias ocasiones a un “modelo marroquí de regionalización avanzada” que cree, entre otros aspectos, un sistema de “equilibrio y solidaridad nacional” entre las distintas zonas.
Según las reformas propuestas, los presidentes de los consejos regionales que surjan de la votación popular pasarán a tener más peso político, en detrimento de los actuales gobernadores. Las competencias de la Cámara de Consejeros -Cámara Alta- también serán revisadas para que se consagre una representación territorial.
“Nuestro objetivo supremo no es otro que asentar las bases de una regionalización, en todas las partes de Marruecos, principalmente en las provincias del Sáhara marroquí”, ha añadido, descartando así cualquier atisbo de otra opción para la antigua colonia española que no sea una autonomía bajo la soberanía de Rabat.
El monarca ha advertido de que no defenderá “una regionalización con dos velocidades” con unas zonas “privilegiadas” al disponer de suficientes recursos y con otras “necesitadas y carentes de las condiciones del desarrollo”.
Sin embargo, Mohamed VI ha subrayado la “sacralidad” de determinados aspectos que, en su opinión, gozan de “unanimidad” dentro de Marruecos. Ha citado entre ellos el islam como religión estatal -si bien ha defendido la libertad de credo-, la monarquía o “la unidad nacional y territorial”.
Estos puntos suponen “el sólido garante y la potente base de un consenso histórico que representa un nuevo pacto entre el trono y el pueblo”, ha añadido en su alocución, con la que aparentemente trata de aplacar las protestas opositoras surgidas en las últimas semanas, al amparo de las revueltas registradas en otros países del mundo islámico.