Líder. Tres victorias y dos derrotas. Anecdótico o no, este Bodegas Rioja Vega quiere estar entre los mejores, pasar el primer corte y ver qué sucede después. Lo primero es lo primero. Ganar es la prioridad y aunque ante el Iraurgui hubo buenos minutos, otros no fueron así. Hay que quedarse con la victoria, con la aportación, otra vez coral de todos, y con el hecho de saber sufrir para sumar. Porque el 74-67 pudo ser más amplio, aunque también más apretado. El baloncesto son momentos. Hay que aprovechar los buenos y buscar romper los encuentros. En el Palacio se pudo conseguir. No se hizo con una renta de 16 arriba (62-46) con siete minutos y medio y tocó apechugar con ello.
Existió equilibrio en los compases iniciales. Jenaro Díaz desgasta en el arranque. Impone un alto ritmo, mucha intensidad y velocidad. Es una señal. Hay que estar a la altura. Por eso cuando Parrado, uno de los protagonistas positivos de la mañana, metió el triple sobre la bocina para firmar el 23-13 a los diez minutos se intuía un duelo tranquilo. Cuevas, también desde los 6,75, metros, había propiciado que esa diferencia fuera importante.
Pero pese al 27-15 posterior, el Rioja Vega se colapsó. Un tiro libre anotado en cuatro minutos en los que el Iraurgui se volvió a meter en el partido. Parcial de 1-9 para ajustar el electrónico (28-24) y hacer pensar a los locales. Parrado, brillante en labores ofensivos, fue determinante para llevar a los suyos en volandas a un 39-28 positivo al descanso. Había que pulir esas lagunas, pero el cuadro logroñés dominaba los tiempos.
Tras el paso por los vestuarios, ‘showtime’ con un ‘alley oop’ y sombras de los anfitriones en la pista. Del 41-28 de pasaba al 43-39 con otro parcial negativo que impedía finiquitar la contienda. El Rioja Vega supo rehacerse. Con Noguerol al frente, ayudado por Jordan, los de Jenaro Díaz se escapaban, otra vez, con una diferencia superior a los 10 puntos, 56-43, para encarar el último cuarto con suficiencia.
No bajó el ímpetu el Rioja Vega que incluso veía más cerca el triunfo con el 62-46 con poco más de siete minutos por jugarse. Pero el Iraurgui apretó los dientes para incomodar a su oponente e ir metiéndose en el encuentro casi de manera inesperada. Sin embargo, el 69-63 era real con más de 100 segundos por celebrarse. Había que dar tranquilidad. Y hasta los compases finales no la hubo. Pero llegó, que es lo que cuenta, para el final 74-67 que aúpa a los logroñeses a lo más alto de la tabla.