En los últimos meses, un brote de sarampión ha ido extendiéndose por toda Europa, recorriéndola de este a oeste. Una enfermedad que ya parecía erradicada en el continente y que sin embargo, ha vuelto ahora con fuerza. Es altamente contagiosa y, en edades tempranas, puede tener terribles consecuencias, aunque para mitigarlo, los niños son vacunados con la triple vírica (sarampión, rubeola y paperas).
Estpaña no se ha librado de esta epidemia. El primer caso se dio en enero en Cataluña, importado al parecer de China. En pocas semanas se dieron cuarenta casos más, todos ellos en personas que no estaban vacunados o lo estaban de forma incompleta. Lo curioso en el caso de Cataluña es que no se trata de niños, como en el resto de Europa, sino de personas, en su mayoría, mayores de 30 años.
Para que la enfermedad no se propague, dado su alto grado de contagio, se establece una cifra de inmunidad en torno al 95%, es decir, que con ese porcentaje de la población vacunada se evitaría que la enfermedad pueda extenderse.
En España, la vacuna triple vírica se introdujo en las campañas de vacunación obligatoria a mediados de 1981 en niños menores de 18 meses. Se consigue con ello paliar el sarampión, un virus áltamente infeccioso que tiene como síntomas principales la fiebre alta, los sarpullidos y el malestar general. En 1 de cada 15 niños que la padecen puede conllevar además otras complicaciones como infecciones pulmonares, ataques, encefalitis e incluso daños cerebrales. En los casos de mayor gravedad puede incluso llegar a ser mortal.
Con estas últimos noticias desaparece el sueño que cada vez parecía más real de erradicar por completo el sarampión.