En verano podría cerrarse definitivamente Garoña

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@page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } En un perímetro de 30 kilómetros desde la central nuclear de Garoña viven unas 50.000 personas, entre ellas, habitantes de algunas pequeños municipios riojanos como Foncea, Fonzaleche o San Millán de Yécora. Si ampliamos el perímetro a 80 kilómetros, viven 1.500.000 personas entre País Vasco, Castilla y León y La Rioja. La localidad de esta comunidad más importante y más cercana es Haro, que se encuentra a 35 kilómetros.

En caso de escape radiactivo o de agua contaminada, La Rioja se vería muy afectada, pero dejando esto a un lado, se ha constatado un incremento de casos de cáncer desde que Garoña empezara a funcionar: “La asociación del entrorno de Garoña, AVACA, ha denunciado una preocupante incidencia de cánceres de diferentes tipos”, señala Carlos Bravo, responsable de energía de Greenpeace.

El instituto Carlos III del Ministerio de Sanidad publicó dos informes sobre la incidencia del entorno en centrales nucleares. Uno sobre tumores sólidos y otro sobre linfomas y leucemias. “Lo que estimó es que alrededor de Garoña se había registrado un incremento preocupante de cáncer de estómago y leucemia en adolescentes a partir del inicio del funcionamiento de la central nuclear. En 2006 se comenzaron a hacer unos nuevos estudios epidemiológicos que tendrán que terminar este año”, explica Bravo.

El peligro de que la central nuclear afecte a la salud de la población es el prioritario, pero lo cierto es que Greenpeace ofrece otras muchas razones para que no se prolongue más la vida de esta central nuclear. Por ejemplo, la falta de seguridad. “Agrietamientos en el 70% de los componentes internos que son el corazón de la central nuclear y últimamente graves incidentes, como un incendio el pasado 1 de abril o una parada no programada el pasado 6 de abril por el fallo de una válvula. Además en 2008 hubo al menos siete problemas de seguridad, uno de ellos que no funcionaba bien el sistema de suministro de electricidad en caso de accidente”, detalla el responsable de Greenpeace.

Además para esta organización ecologista, Garoña está absolutamente obsoleta. “Fue una central diseñada sobre 1957 y está fuera de normativa. Es de las llamadas primera generación, la única. Ahora se está hablando de las de tercera generación plus y de las de cuarta generación. No cumple ni siquiera con una ley de estándares internacionales de seguridad que se exige después de accidentes como el de Chernobyl”, señala Carlos Bravo.

Greenpeace apuesta además porque se aumenten las energías renovables que no producen ningún impacto ambiental ni perjudican la salud pública. “Es una central que produce el 1,1% de la energía eléctrica, algo muy marginal. El 24% de la electricidad que se genera en España es de origen renovable y de 2007 a 2008 el incremento de energía eléctrica de origen renovable que se generó fue el doble que lo que produjo Garoña”, asevera.

El 5 de junio, el Consejo de Seguridad Nuclear emitirá un informe no vinculante en el que se posicionará a favor o en contra de su cierre. No obstante, el Gobierno Central tiene la última palabra y tendrá que pronunciarse antes de 5 de julio, que es cuando se acaba su permiso de explotación de Garoña, que en la actualidad da empleo directo a 300 personas.

“En el cartel viene la frase del programa electoral 2004, pero en el de 2008 va más allá ya que dice que mantiene su compromiso de abandonar gradualmente las energías nucleares sustituyéndolas por energías limpias, seguras y menos costosas. Ahora que Zapatero nos vende a Obama como una potencia en energías renovables, somos la tercera en el mundo en eólica, no se pueden mantener las centrales nucleares si queremos ser líderes”, afirma.