Estocada al euro

Rioja2

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La semana que termina es la más dramática para la moneda única desde mayo del pasado año cuando Grecia tuvo que ser rescatada y Zapatero advertido del serio riesgo que corría España si no corregía el déficit galopante del país. Comenzó un período de tijeretazo en los servicios públicos, que de poco han servido año y dos meses después.

La tormenta financiera se desató sin previo aviso en Italia el jueves 7 de julio. La Bolsa de Milán se desplomaba y la prima de riesgo transalpina se disparaba haciendo saltar la alarma en Bruselas. El nuevo ataque de los mercados había colocado en el punto de mira a Madrid y Milán. El Ibex-35 se desplomó hasta los 9.000 puntos y la prima de riesgo escalaba hasta rozar los 300 puntos. La semana se cerraba con la incertidumbre de acontecimientos venideros marcados por el segundo rescate griego que, en definitivo, ha desatado las dudas sobre la estabilidad del euro o lo que es mas grave: sobre su capacidad para mantener a flote la economía helena, que hasta septiembre se ha salvado de la bancarrota.

El fin de semana no fue tranquilo para las autoridades europeas que convocaron una reunión de urgencia presidida por Van Rompuy, máximo dirigente del Consejo Europeo. Italia desmentía que su hundimiento fuera la causa de este encuentro imprevisto y España echaba balones fuera apuntando a Grecia. Entretanto, la semana comenzó en números rojos en los parqués europeos hasta el punto de empujar a Milán al cierre por la caída estrepitosa del mayor banco italiano en Bolsa. Así las cosas, la prima de riesgo española alcanzó el récord histórico de los 365 puntos básicos. Es cierto que se mantuvo lejos de los 1.000 puntos de Grecia o Portugal ya rescatados, y países sobre los que las calificadoras han declarado que tienen dudas. Moody’s duda de que puedan hacer frente a los intereses de su deuda. Y esas discrepancias coincidieron en el tiempo con la visita de Van Rompuy a Madrid. El presidente del Consejo Europeo analizó con Zapatero la situación de crisis en los mercados, un encuentro interrumpido por la vicepresidenta económica que se vio con el presidente del Gobierno con carácter urgente por el ascenso imparable de la prima de riesgo.

A mitad de semana los mercados han tenido un respiro, pero Moody’s ha contraatacado a la UE por la vertiente irlandesa rebajando su calificación a la de bono basura o deuda inasumible, lo mismo que hizo con Portugal la semana pasada y que ya había hecho con Grecia. Ya son distintas voces de varios países y colores políticos los que dudan de las calificadoras americanas y ven un sinsentido en sus juicios de valor que han marcado fluctuaciones importantes en el cambio del euro al dólar, principal divisa internacional, haciendo que la moneda europea cayera por debajo del 1,35.

En medio de este ambiente de tensión bursátil, la UE se descompone en dos bandos. Alemania lidera la opción de rubricar un segundo rescate griego hasta finales de verano, fecha tope para que el país caiga en bancarrota. Además, apuesta por una intervención de la banca privada. Países como Finlandia u Holanda secundan este planteamiento. España se instala en la corriente de lo público, es decir, que sea el Banco Central Europeo el que asuma ese segundo rescate, porque de lo contrario el efecto contagio de la deuda griega va a expandirse por los países periféricos hasta hacer caer el euro. Entretanto, Merkel (a quien acusaba indirectamente Zapatero de dar luz verde a la agitación de la deuda) juega al despiste declarando que no es conveniente una reunión extraordinaria del Eurogrupo para el 15 de julio hasta que no se hayan definido las condiciones del segundo rescate en Grecia.