“Hay vida después de la cárcel”

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La historia de Carlos no tiene desperdicio. En 1977, con tan sólo 16 años, ingresó por primera vez en la cárcel tras robar el bolso a una chica a la que llevó a un descampado. Desde entonces ha permanecido en prisión, en distintas etapas, durante veinte años, nunca por delitos de sangre. “Es demasiado tiempo”, concluye. Toda una vida. Allí conoció las drogas, lo que le condujo a cometer nuevos delitos.

En la actualidad, cerca de cumplir 48, disfruta de libertad. En la tarde del jueves acudió a la Universidad de La Rioja para acercar su experiencia a una veintena de alumnos que están cursando la asignatura de Derecho Penitenciario. Era su primera participación en un acto de estas características y se le notaba nervioso e inquieto.

“Al salir de la cárcel, la primera labor consiste en recuperar la personalidad”. Una de las sensaciones más agradables en estas circunstancias es la capacidad de generar sentimientos agradables y disfrutar con ellos. “En la cárcel te acuestas sabiendo que al día siguiente todo va a ser igual, todo transcurre en un entorno hostil, sin horizontes”, afirma con una voz lacónica. Y siempre bajo la atenta mirada de los funcionarios, cuya principal misión es “observar y observar”.

DURA ADAPTACIÓN

¿Hay vida, por tanto, después de la cárcel? “Siempre hay vida”, contesta Carlos, a pesar de las enormes dificultades. No obstante, es necesario un proceso de adaptación y aprendizaje. “Has actuado contra la sociedad y pagas con creces la pena”.

Carlos sabe lo que dice. A lo largo de su vida ha permanecido en distintos centros penitenciarios, incluido el de La Rioja. Echa en falta mayores medios en la cárcel con objeto de avanzar en esa labor de “resocialización”. En el centro penitenciario de La Rioja, por ejemplo, tan sólo hay dos psicólogos y un jurista, que deben atender a cerca de 500 reclusos.

Más contento se muestra con la labor que desarrollan las organizaciones no gubernamentales. “Las ONG aportan bastante”. Carlos insiste que los voluntarios de estas asociaciones “no son meros funcionarios”. Más bien “son personas con las que se puede hablar de la realidad que vives”. En especial, su trabajo resulta fundamental con aquellos reclusos que soportan condenas de larga duración.

'CADENA PERPETUA'

La conocida película Cadena Perpetúa incide en las grandes dificultades de los presos para adaptarse de nuevo a la sociedad tras su paso por la cárcel. Al preguntarle sobre esta cuestión, Carlos echa mano del humor. “La escena de las duchas es historia pasada”. Luego, en serio, afirma. “Desde que he salido de la cárcel, no tengo trabajo”. En este sentido, echa en falta un mayor apoyo de los servicios sociales penitenciarios para facilitarle una lista de posibles empleos. “No te ofrecen nada”, apostilla.

Con ello su vida permanece encerrada en un círculo. “Cuando llegas por primera vez a la cárcel, debes buscarte un compañero de modulo. Nadie te ayuda en esta tarea ni en muchas otras, pero si al final de la noche no lo has conseguido, alguien se encargará de tomar la decisión por ti”.

En su opinión, sería conveniente que algunos de los nuevos licenciados en Derecho mostraran interés por estos asuntos y pudieran así ayudar a los reclusos en estas labores tan crudas como la propia vida.