La herencia que cambió la vida de un pueblo de La Rioja en 1905
La herencia de Ildefonso San Miguel logró cambiar la vida de Treviana a principios de 1900 aunque no se invirtiera en su deseo original. Y es que este abogado, y vecino de la localidad riojana, decidió donar su patrimonio al pueblo para construir las escuelas. Pero llegado el momento y como las escuelas ya estaban construidas, el legado de San Millán se invirtió en llevar el agua al municipio.
Dolores Cantabrana tiene 80 años, ha vivido toda la vida en Treviana y asegura, porque así se lo ha trasmitido su familia que “esta decisión cambió la vida del pueblo, fue Ildefonso quien nos sacó de apuros”. Porque hasta entonces, “los vecinos tenían que subir al Cerro de la Horca a por agua”. Recorrido que los afortunados, relata Cantabrana, “hacían con animales, el resto, me imagino que lo harían a pie cargando y subiendo con los cántaros por la cuesta hasta el cerro”.
Y así hasta que la herencia de San Miguel trajo el agua al pueblo, desde un manantial de Cellórigo hasta la misma plaza de Treviana, que ya es la Plaza San Millán en agradecimiento vecino benefactor. “Se trajo el agua a la plaza, a una fuente con dos caños y según me contaban mis padres, había que hacer fila para coger agua de la fuente”. De hecho, esta fuente fue el único punto en el que el vecindario de Treviana podía conseguir agua potable desde 1905 hasta finales de los años 80, fecha en la que el agua potable llegó a las casas del pueblo. Una fuente con un significado especial para el vecindario del pueblo y para Cantabrana porque su padre, Mariano Cantabrana, fue el primer niño bautizado en la fuente que se inauguró el 16 de diciembre de 1905. “A mi padre lo bautizaron el 29 de diciembre de 1905”, recuerda orgullosa.
Por aquellos entonces Treviana era muy distinto al municipio de hoy en día. Todavía no existía el término despoblación, no se hablaba del éxodo rural ni había una España Vaciada. Porque el Treviana en el que Dolores Cantabrana nació y creció “tenía casi de todo. Había tres curas, cuarto carnicerías, dos sastres, cinco maestros, un herrador, un esquilador...”. Incluso gaiteros que coincidiendo con la festividad de San Isidro iban a tocar a Madrid. “Las mocitas de Treviana bailan bien por los gaiteros, se decía entonces”. Ahora poco queda de toda esa vida de Treviana aunque el vecindario se resista a ello. Cada 16 de diciembre, y para recordar el gesto de Ildefonso San Millán, se juntan en la plaza que lleva su nombre. Y este año con un motivo más especial porque la fuente vuelve a tener agua. Se ha rehabilitado y se ha instalado un circuito de agua cerrado para que nunca vuelva a faltar. Un 119 especial para el que la Asociación de Mayores Ildefonso San Millán preparó un almuerzo para todo el pueblo y con el que festejaron que el agua vuelve a brotar de la fuente.
Los repetitivos atascos en las tuberías desde Cellorigo la secaron y el paso del tiempo y la cal han hecho estragos en la fuente, hasta ahora. Es Pedro Barcina tiene 32 años y vive en Treviana. “Oficialmente, el agua vuelve a correr y a llenar de alegría a los trevianeses que tantas visitas han hecho a la fuente”, cuenta este vecino que no se resiste a que su pueblo caiga en el olvido.
Es profesor en el IES Cosme García de Logroño y fue uno de los beneficiarios de las becas que concede la Universidad de La Rioja a alumnos y exalumnos para dinamizar el mundo rural. Su proyecto, una estación meteorológica y una webcam con información e imágenes del pueblo “para la gente que está fuera y para que los agricultores puedan estar informados con datos”. Una webcam y una página web en la que Barcina recoge las actividades e historias del pueblo. Historias como la de la herencia que cambió la vida de un pueblo de La Rioja en 1905.
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