“Hoy hemos sentido mucho apoyo aunque también ha habido algún empujón, zancadillas e insultos”
“Ha sido todo bastante tranquilo. La idea era que se notase que estamos ahí pero sin mucho lío”. Así resumen las chicas de Cervera de Río Alhama la primera jornada de procesión en honor a Santa Ana en las fiestas patronales de su pueblo.
Hace cinco años que decidieron participar en la tradición de su pueblo, La Gaita, reservada hasta entonces a los hombres. Entonces fueron tres, ahora el grupo ha ido creciendo. En los últimos años han sufrido todo tipo de trabas, desde el silencio cuando las gaitas dejaban de tocar al aparecer ellas, hasta los insultos y las miradas que se extienden más allá de las fiestas.
Desde que Rioja2 difundió sus reivindicaciones hace un par de semanas, el tema ha ido adquiriendo eco en los diferentes medios de La Rioja y también en el ámbito político. En los últimos días se ha generado incluso un movimiento que cuenta con sus propios perfiles en redes sociales, en los que no dejan de recibir apoyos.
Hoy era el primer día que las jóvenes cerveranas tenían marcado en el calendario para continuar con su lucha, era la primera procesión de las fiestas de Santa Ana, y han decidido afrontarlo de la manera más pacífica.
“Hoy faltaban muchas por motivos laborales y personales, pero estábamos casi una decena”, cuenta una de ellas, “nos hemos vestido con el mismo traje que llevan los chicos y hemos ido a ver a Santa Ana cuando la bajaban del camarín. Nos hemos puesto delante, queríamos que se supiera que estábamos allí, sin necesidad de hacer ruido”.
Las Gaitas dejan de tocar en Cervera cuando entra a bailar una mujer
Para dejar patente su lucha, han repartido lacitos morados entre los asistentes y, a continuación, han estado viendo La Gaita. “En el tramo final, en el que se incorporan los veteranos y los niños, les hemos seguido tocando las pulgaretas pero sin meternos a bailar”, cuentan, “hemos decidido hacerlo así porque no queremos ir como cabestros, no queremos fastidiar a los que quieren ver el baile, muchos de ellos nos apoyan y, si nos metemos y paran la música, no podrán disfrutar de La Gaita. No es eso lo que queremos”.
Una buena dosis de apoyos y unas cuantas pinceladas de violencia
A pesar de su postura silenciosa y pacífica, la violencia ha vuelto a hacer acto de presencia. “Ha sido más leve que otras veces porque no hemos entrado a bailar y no ha parado La Gaita pero ha habido algunos empujones y una zancadilla y nos han dicho las barbaridades de siempre”, explica una de las chicas.
Entre esas barbaridades que llevan años oyendo, se encuentran de forma habitual expresiones como “marimachos” o “iros a comer el pene unas a otras”. “Muchas veces se une esta lucha por los derechos de las mujeres con la orientación sexual, como reivindicamos nuestros derechos, piensan que somos lesbianas, y son cosas que no tienen nada que ver”, explican.
Pero hoy, además de este lado oscuro, las jóvenes danzadoras han sentido un enorme apoyo, el de todos y todas los que han estado ahí desde el principio y el de más vecinos que poco a poco van entendiendo que las tradiciones sí están para cambiarlas cuando generan desigualdad y cuando parten de principios anacrónicos e injustos.
0