El presidente estadounidense continúa su gira europea. Tras Irlanda e Inglaterra, se ha trasladado a la localidad francesa de Deauville, donde aprovechará para asisitir desde este jueves a la cumbre del G-8, que durará dos días. Muchos temas son los que se plantean y están pendientes en la agenda de los ochos líderes cuyos países representan dos tercios del PIB mundial.
En la agenda de Obama se encuentra primero el encuentro con el presidente Sarkozy, quien lo ha recibido en Deauville y con quien es posible que departa sobre la sucesión de DSK al frente del FMI. No en vano al escándalo del político y economista francés le sucede la aspiración de su apuesta personal, su ministra de Finanzas Christine Lagarde. Ésta anunció el miércoles su candidaturas a dirigir el Fondo. EEUU tendría que dar luz verde a las intenciones de Lagarde, respaldada por sus colegas de la UE.
Pero sobre la mesa quedan pendientes otros asuntos. Preocupa, y mucho, a los líderes europeos que asisten a la cumbre del G-8 la extensión de la primavera árabe a Europa. España, Portugal y Grecia se han rebelado contra las consecuencias de la crisis. Sus jóvenes han salido a las calles y el germen de protesta social podría extenderse al interior del continente europeo si la crisis no da síntomas de alejarse.
A la reunión, que cuenta con la presencia lógica de la canciller Angela Merkel y del presidente ruso Dimitri Medvedev, asisten Japón, Reino Unido, Italia y Canadá.
Una parte importante de las intervenciones viene del lado del primer ministro japonés, Naoto Kan, que informará de la crisis nuclear y la situación del país tras el seísmo del pasado 11 de marzo. Y a colación del cierre de Fukushima y el debate atómico, los líderes deel G-8 van a analizar entre hoy y mañana, las políticas energéticas y el cambio climático.
Los dirigentes del G8 van a escuchar a los “gurús” de la red quienes han concluido con un llamamiento a los gobiernos para que sean “muy prudentes” en la regulación de su uso.
La cena de esta primera jornada se dedicará ya sí la “primavera árabe” con un recorrido por la situación en Túnez, Egipto, Libia, Siria y Yemen. Tratarán también los desafíos que plantea el régimen iraní y las consecuencias de la muerte de Osama bin Laden, sobre todo para Afganistán y Pakistán.
Sarkozy declaró el pasado febrero que Occidente debe ayudar a los movimientos de protesta árabes porque “son nuestros valores los que esos pueblos reclaman”. Hace una semana Obama declaró el apoyo a las exigencias democráticas en la región como una prioridad de la política exterior de su gobierno. Entre otras cosas propuso un plan de ayuda económica a los países que aborden procesos de transición, con el apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.