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“La arquitectura puede contribuir a una mayor o menor sociabilidad”

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José Luis Oyón, arquitecto riojano y catedrático de Urbanismo de la Universidad Politécnica de Cataluña, presentó el jueves en Logroño su libro La quiebra de la ciudad popular. Espacio urbano, inmigración y anarquismo en la Barcelona de entreguerras 1914-1936.

En la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de La Rioja, Oyón dio cuenta de las claves fundamentales de su obra, compendio de más de doce años de investigación sobre la ciudad condal entre los años 20 y 30 desde diferentes aspectos: vivienda, transporte y movilidad de los trabajadores, diversidad social y barrios de la ciudad.

La elección de Barcelona no es casual. “Barcelona era entonces una ciudad con una gran oposición, muy clara, entre burgueses y proletariado”, asegura. Un lugar, que además, se vio desbordado por toda una “explosión” demográfica, que dobló su población en poco tiempo.

Las condiciones de la vivienda, los espacios de ocio o el mercado como medio de relación social figuran entre las cuestiones estudiadas por el arquitecto para llegar a algunas conclusiones. “Por ejemplo que es precisamente el grupo obrero, mayoritariamente originario de otros sitios de España, que vive en los barrios periféricos de Barcelona el que apoya mayoritariamente las insurrecciones de los años 30 y sobre todo el levantamiento del 36, que luego fracasaría”, afirma.

INMIGRACIÓN

Un hecho que, según el autor, debería llevar a cierta reflexión. Salvando las distancias, el fenómeno de segregación de barrios que entonces se podía ver en la ciudad condal hoy es apreciable con la llegada de inmigrantes a España. “En cambio, ahora, el fenómeno es más complejo; se trata de personas, a veces, más alejadas culturalmente que, además, no están asociados a un grupo ideológico como lo fue la CNT”, matiza el arquitecto. “Eso sí -concede- está claro que no es casual que ciertos movimientos surgidos en ciudades como Barcelona o Madrid tengan su origen en barrios como El Rabal o Lavapiés”.

El papel de la arquitectura como elemento sociabilizador no deja de ser, por tanto, un factor que poder tener en cuenta en la configuración de los barrios de una ciudad. “La arquitectura no es determinante, aunque sí condicionante”, afirma Oyón. “Puede contribuir a una mayor o menor sociabilidad”, asegura. Por ejemplo, las pequeñas viviendas familiares de planta baja para familias numerosas en Barcelona hacían que la gente saliera a la calle, charlara y se relacionara: “maximizan la sociabilidad”. “Por otra parte, la construcción de bloques con calles en altura maximizan el aislamiento y la desertificación”, concluye.

La quiebra de la ciudad popular retrata el mundo obrero y popular de Barcelona, capital indiscutible del sindicalismo revolucionario anarquista y examina la experiencia cotidiana del obrero en el espacio urbano en cuatro grandes campos: segregación residencial, vivienda, movilidad y sociabilidad. El trabajo de Oyón constata que “la ausencia de movilidad social y de reformas significativas en viviendas, transporte y equipamientos constituyó el contexto ideal para el mantenimiento de expectativas revolucionarias en algunas capas obreras, especialmente en las menos cualificadas”.