Pocos días después de las terribles inundaciones que han desolado el norte de Pakistán, varias organizaciones han comenzado a alertar sobre los riesgos y las amenazas que pesan sobre la población pakistaní en materia de seguridad, salud y alimentación. Aunque varios países hayan comenzado a enviar ayuda e infraestructuras, lo que preocupa ahora más son las condiciones en las que se ven forzados a vivir los habitantes de esta zona de Pakistán y de algunos territorios de Afganistán, que también se vieron afectados por las fuertes lluvias.
Por una parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recalca el peligro de que surjan brotes de enfermedades provocadas por el agua contaminada, como el cólera y la diarrea. La situación, además, se vería agravada por el hecho de que muchas infraestructuras sanitarias quedaron inservibles como consecuencia de las lluvias monzónicas que se produjeron a finales de julio, las peores en 80 años.
La alimentación sería, por otro lado, otra de las cuestiones de las que habría que empezar a preocuparse. Según el Programa Mundial de Alimentos (PAM), la escasez de comida estaría poniendo en peligro la supervivencia de muchas personas. Aunque la ayuda ha comenzado a llegar, la persistencia de zonas inundadas está dificultando el envío de alimentos a ciertas regiones del país.
Además, el PAM teme que algunos de los almacenes de los que disponían al norte de Pakistán, donde ya repartían alimentos antes de las inundaciones, hayan quedado destruidos por los efectos del agua. La Directora Ejecutiva del PAM, Josette Sheeran, lamentó “saber que tantas personas que ya han sufrido terriblemente en los últimos años, ahora están viendo sus vidas arrasadas de nuevo”, en referencia a los grupos de desplazados internos y repatriados a los que ya ayudaba el PAM antes de la inundaciones.
También los niños y jóvenes menores se encuentran en una situación de especial riesgo, según han señalado las organizaciones Save the Children y la organización internacional de protección de derechos de la infancia (PLAN). Según esta última, muchos niños están sufriendo de manera especial los efectos de las inundaciones. Rashid Javed, el responsable de PLAN internacional en Pakistán, advertía del peligro de las corrientes de agua para los niños: “El nivel del agua sigue llegando hasta la cintura. La fuerza con la que baja y el daño que puede hacer es terrible. Es comparable con estar delante del reactor de un avión”.
Por otra parte, muchos menores se han visto obligados a separarse de sus familias y ser acogidos por amigos o familiares lejanos, huyendo del peligro que suponía quedarse en sus lugares de residencia. Sin embargo, esto también presenta un riesgo para los niños y jóvenes por la probabilidad de contraer alguna enfermedad, encontrándose, además, separados de su familia más cercana, según Save the Children, que insta a la colaboración con el Gobierno para unificar a las familias de nuevo. Para los más pequeños, una simple diarrea podría ser causa de muerte, y los padres muchas veces “no tienen otra opción que la de darles a sus hijos agua contaminada de los ríos y los lagos. No hay más agua disponible” cuenta Lucía Losoviz, responsable de Programas Internacionales de Save the Children.
La ayuda humanitaria seguirá llegando durante los próximo días. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) repartirá alimentos los próximos días a casi 20.000 personas en algunas regiones del país. PLAN, por su parte, también prepara una “campaña de emergencia a gran escala”, que incluye el envío de medicamentos. Pero lo más difícil será conseguir volver a una situación lo más normalizada posible para reconstruir todo lo que ha sido dañado y evitar el brote de enfermedades.