Nada nuevo en este último debate sobre el estado de la nación, excepto la de una situación económica y financiera, la española, contra las cuerdas. Zapatero rememorará el anterior debate inmerso ya en el paquete de reformas que Bruselas, e incluso el propio Obama, le invitó a aplicar y el que Rajoy votó en contra. El presidente del Gobierno comenzó entonces un calvario, al que sólo le han acompañado los 169 diputados socialistas y en ocasiones los grupos nacionalistas. Éstos, quienes criticarán esta semana la soledad de Zapatero, han salvado al Gobierno de una caída in extremis en determinadas ocasiones, entre ellas, la semana pasada con la reforma de la negociación colectiva.
Así las cosas, lo que se presenta desde este martes en el Congreso es la idea de un fin de ciclo político, el de la etapa Zapatero y, por ende, socialista. El PP ha conseguido instalar en la sociedad la idea de que el proyecto del Gobierno está agotado y atado de pies y manos por la crisis económica. Rajoy, una vez más, no arriesgará. Tirará de diario de sesiones y de los grandes titulares de Zapatero en materia económica y, especialmente, en creación de empleo. Promesas que al presidente del Gobierno han dañado su imagen entre los españoles, como quedó comprobado para el PSOE en las últimas elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo.
A Zapatero tan solo le queda el reproche al PP de haber dejado al Gobierno sólo mientras el barco se hundía. La prima de riesgo española se ha disparado hasta los 300 puntos básicos y la Bolsa ha perdido el valor de los 10.000 puntos arrastrada por las incertidumbres creadas por Alemania en torno al rescate griego. Grecia está al borde de un abismo al que ya no sólo se asoma el país heleno, sino otros vecinos mediterráneos y no mediterráneos, como Bélgica o Italia en caso de que el quinto tramo de ayuda no llegue antes del 1 de julio, es decir, este viernes. Por tanto, debate de alta tensión en el hemiciclo sin olvidar que el descontento social plasmado en el Movimiento 15-M está presente y ha trastocado la agenda del Gobierno más que de la oposición, puesto que Rajoy sigue empeñado en mantener su perfil bajo. Apenas ha sido notoria su abstención o sus negativas a aprobar los planes de ajuste del Gobierno e incluso la aprobación de reformas que el propio Partido Popular defendía, pero que más tarde a la hora de discutirla y votarla en el parlamento no hizo por la imagen social. Queda un año para que probablemente, según sondeos y encuestas, Rajoy ya esté en La Moncloa y sea él mismo quien tenga que aplicar estas y otras medidas, un argumento que el presidente del Gobierno lanzará al principal líder de la oposición quien, por su parte, no hará referencia al candidato socialista para las elecciones generales de 2012, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Cuando el presidente del Gobierno tome la palabra este martes tirará de la falta de consenso y lo comparará con Grecia y también con Portugal, países en los que la oposición (hermanos europeos del PP) negó su apoyo al consenso para aplicar las reformas impuestas desde Bruselas. Una postura que finalmente desembocó en la caída y rescate de estos países.