La Cueva de los Cien Pilares: la máquina del tiempo de Arnedo
Son una de las señas de identidad de Arnedo. Las cuevas presiden el paisaje y nos recuerdan cómo ha sido la vida de sus habitantes hasta hace no tanto tiempo. En estas cuevas vivían, guardaban sus animales, elaboraban vino... lo que no todos saben es que guardan auténticos tesoros en su interior. Una de ellas ha abierto recientemente sus puertas al público: es la Cueva de los Cien Pilares, toda una joya patrimonial en cuyo interior muchos niños arnedanos, hoy ya abuelos, han jugado y se han escondido sin conocer su valor real.
La visita guiada comienza en una cueva que fue utilizada como vivienda. En los años 50, había hasta 200 casas-cuevas en Arnedo. Muchas estaban conectadas entre sí y constituían, de hecho, una forma muy inteligente de construir un hogar. Era el sitio perfecto, con una temperatura constante de 15-16 grados todo el año, ideal para no gastar calefacción en invierno y no pasar calor en verano. Y todo ello, con unas vistas inmejorables.
Esta visita permite conocer cómo era un hogar de aquella época, con sus habitaciones, su cocina, su cuadra, su bodega... Todo un viaje al pasado que nos lleva a imaginar cómo se vivía hace unas décadas.
Pero antes, mucho antes, los habitantes de esta zona ya habían descubierto lo fácil que era excavar roca arenisca y habían comenzado a construir cuevas que utilizaron en distintas épocas para los usos más diversos: viviendas, bodegas, palomares, corrales, almacenes y también iglesias... Se cree que ya desde los siglos VI y VII algunas cuevas sirvieron de lugares de culto, como el Monasterio de San Miguel, la autentica 'joya de la corona'.
CUEVA DE LOS 100 PILARES
Tras recorrer los recovecos de los 200 metros cuadrados de la casa-cueva, la visita continúa por la Cueva de los Cien Pilares, llamada así por las numerosas cavidades y pilares que sostienen los techos y muy conocida por todos los arnedanos. Esta cueva ha sido recientemente acondicionada para recibir visitas merced a la rehabilitación acometida por el Ayuntamiento de Arnedo con el apoyo económico del programa LEADER, gestionado en la zona por por la Asociación para el Desarrollo de La Rioja Suroriental.
Bajando una escalera de caracol el visitante se adentra en un laberinto de galerías, cámaras y ventanales que fueron, hace mucho tiempo, un centro religioso muy importante: el Monasterio de San Miguel. Existe un documento del siglo XI que ya cita este monasterio y también hay partidas de defunción de monjes y monjas que nos hablan de su antigüedad. Lo cierto es que todo el Cerro de San Miguel, que albergó un importante poblado celtíbero, es el complejo rupestre más intrincado y asombroso de todo el valle del Cidacos.
Con la mirada puesta en el castillo, en las iglesias de Santa Eulalia y San Cosme y San Damián, y también en el Isasa, la visita es un viaje en el tiempo a la historia y los orígenes de esta ciudad.
0