El próximo domingo, 1 de octubre, se celebra el Día Internacional de las personas de edad y el Día Europeo de la Depresión. Según diversos estudios, se estima que más de seis millones de casos de depresión a nivel mundial son atribuibles al edadismo, un problema que afecta a una de cada tres personas en Europa y que surge por los estereotipos, prejuicios y discriminación que sufren las personas por motivos de su edad, afectando principalmente a los mayores, pero también a jóvenes.
Desde el Sindicato de Técnicos de la Enfermería, alertan de que “estamos ante un problema de salud pública que perjudica a un gran número de personas, implica un coste para el sistema de salud y daña la salud física y mental. Así, incrementa el deterioro cognitivo de la persona afectada, frena su participación en la sociedad y, por lo tanto, merma su calidad de vida”. Así, recuerdan que la pandemia, por ejemplo, “puso de relieve esta situación, pues se implementaron protocolos que no contaban con las personas mayores, excluyéndoles, incluso, de las Unidades de Cuidados Intensivos”.
Por ello, desde SAE quieren abordar este problema y abogan “por una atención global, que considere la dimensión social, cultural y emocional del paciente, de manera que se le dé una atención humanizada que responda a sus demandas y garantice su bienestar”. Aparece aquí el concepto de envejecimiento activo, definido en los años 90 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen.
Algunos de los comportamientos asociados al edadismo son el empleo de un lenguaje infantil, no dejar de tomar decisiones a personas que están capacitadas para ello por motivos de edad, negarles el acceso a recursos o ignorar sus deseos. En caso de que esta actitud sea contra uno mismo, puede provocar la adopción de comportamientos de riesgo para la salud, como llevar dietas poco saludables, no tomar la medicación prescrita o consumir alcohol o tabaco en exceso.
La aparición de la depresión, u otros problemas de salud mental, en las personas mayores, está asociada, igualmente, a los cambios que trae consigo la jubilación o el diagnóstico de una enfermedad grave, y su debut puede dificultar el manejo de otras patologías, especialmente si éstas son de carácter crónico.
“Educar a la sociedad en una actitud empática hacia las personas mayores, poner en marcha actividades intergeneracionales e implementar investigaciones que permitan avanzar en el conocimiento de un problema como el edadismo y conocer los factores de riesgo que lleva asociados, mejorará la eficacia de las intervenciones, el bienestar mental, físico, emocional y social de las personas mayores y aumentará su autonomía, salud y productividad. Es importante que tanto los profesionales sanitarios, como la sociedad en su conjunto, prestemos especial atención a sus necesidades; así, en el ámbito sanitario se debe formar a los profesionales, implantar medidas de prevención y atención a las enfermedades crónicas que surgen en la vejez, elaborar políticas sostenibles sobre la asistencia a largo plazo y los cuidados paliativos, y crear servicios y entornos que favorezcan a nuestros mayores”, concluyen desde SAE.