La guerra se traslada al norte de Afganistán

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Las provincias del norte de Afganistán [Balj, Kunduz, Jowzjan, Faryab, Sar-e-Pul y Baghlan] han visto aumentar la violencia en los últimos meses, en los que se han producido atentados suicidas, ataques armados y explosiones de bombas en las carreteras. Los talibán realzian avances en la zona, y están consiguiendo importantes logros.

Esto ocurre mientras la atención militar tanto internacional como del Gobierno afgano sigue centrada en el sur, donde la semana pasada Washington lanzó la ofensiva 'Operación Janjar' en el valle del río Helmand, en la provincia del mismo nombre. En ella, las tropas británicas también están llevando a cabo una ofensiva, la 'Operación Panchai Palang', en su capital Lashkar Gah. Ambas ofensivas se han cobrado la vida de numerosos soldados.

Según Gilles Dorronsoro, del centro de estudios Carnegie Endowment for International Peace, es peligroso ignorar a las hasta ahora pacíficas provincias del norte. “La fortaleza de la insurgencia hace la actual estrategia de la coalición de centrar sus refuerzos en el sur (Helmand y Kandahar) arriesgada”, afirma en un reciente informe. “Los talibán trasladarán la insurgencia al norte”, previene.

En los últimos años, el norte ha experimentado muchos de los problemas que han fomentado la insurgencia en el sur del país. La ayuda prometida no ha llegado lo rápido que se desearía; el paro es alto y el Gobierno central se ha mostrado débil a la hora de controlar a los comandantes y “señores de la guerra” que aterrorizan a la población local.

Sin embargo, el jefe de la Policía afgana en el norte, general Ghulam Mujtaba Patang, cree que no es cierto que los talibán estén ganando terreno. “La gente no apoya a los talibán”, señala. “Los insurgentes llevan a cabo operaciones pequeñas y diseminadas en cooperación con algunos individuos armados pero no pueden enfrentarse al Gobierno cara a cara”, declaró al Institute for War and Peace Reporting.

Por su parte, el gobernador de la provincia de Balj, Atta Mohamad Noor, atribuye el aumento de la violencia a la conducta de las fuerzas internacionales que, en su opinión, “no respetan las leyes de Afganistán o las costumbres y tradiciones populares”. “Detienen a gente sin ninguna prueba y eso crea un distanciamiento entre el Gobierno y los ciudadanos, lo que puede motivar que se unan a la oposición”, consideró.

En este sentido, y como ya ha hecho en otras ocasiones, pidió que las fuerzas no afganas abandonen las provincias del norte puesto que su presencia no supone una mayor seguridad. Suecia dirige el Equipo de Reconstrucción Provincial [PRT, por sus siglas en inglés] de la OTAN en Mazar-e-Sharif, capital de Balj. Responsables suecos consultados han restado importancia a esta petición.

“Si trabajamos o no en el norte es una decisión del Gobierno central”, afirmó el portavoz del PRT, Henrik Klingberg. “Si el Gobierno central nos pide que nos vayamos, lo haremos, de lo contrario, seguiremos trabajando para garantizar la seguridad”, agregó.