Intensidad, lluvia, emoción, entrega, sacrificio, goles, equilibrio, dominio, sufrimiento, lesiones… Así fue el derbi riojano vivido en Las Gaunas. Un punto para la UDL, que le deja más margen respecto a la quinta posición (+7), y otro para un Calahorra que cuenta con 5 de ventaja sobre la promoción y el descenso. A efectos numéricos, se puede decir que ambos clubes se van contentos. Luego quedan los lamentos. Lógicos por no poder aprovechar esos momentos en los que cada bloque fue mejor que su oponente.
En este sentido, el cuadro local no estuvo fino en el arranque, fue cuando encajó el gol y cuando más a merced de los rojillos se quedó. No es la primera vez que le sucede como anfitrión. Tampoco encontró la manera de cogerle el pulso a los últimos veinte minutos del encuentro. Justo cuando el duelo se le ponía de cara, cuando se intuía el empujón final de los blanquirrojos y cuando Sergio Rodríguez movió el banquillo. Ahí se mostró más experto el Calahorra que controló el tempo. Supo sobreponerse a dos lesiones en la parcela defensiva (Cristiana y Morgado), lo que le privó a Sola de refrescar la medular o el ataque, y aguantó el ímpetu de una UDL más pendiente de otras cosas que no del juego.
Un claro ejemplo fue Rubén Martínez, más desquiciado de lo habitual, y que tuvo unas palabras con el preparador navarro -el cual también tuvo las suyas con Iñaki- en las postrimerías de la contienda. Sea como fuere, los riojabajeños evitaron que los logroñeses atosigaran a Zabal, que salvo una parada a un remate de Marcos André tras una falta y centro de Iñaki, tuvo un final de encuentro plácido más allá de alguna acción a balón parado.
Evidentemente, el cuadro rojillo desperdició sus opciones. Fue a por el partido desde el inicio. Buscó y encontró la superioridad en el centro del campo. Almagro, Parla y Emilio podían con la medular local en la que Olaetxea ayudaba a Andy y Salvador. Auzmendi, metiéndose mucho hacia dentro, propiciaba que Yasin fuera un incordio por su carril y privara de la pelota a una UDL.
El premio a esa partida de ajedrez en la que Sola le ganaba a Sergio Rodríguez fue el tanto de Ubis. Hábil y certero para ser más listo que sus defensores, se anticipó, a un centro de Yasin, en el primer palo para que Miguel volviera a recoger un balón de su red 715 minutos después. Una racha cortada que podía incomodar a una UDL a la que le cuesta neutralizar los marcadores, no digamos, remontar. No en vano, acusó el golpe durante cierto rato. Emilio organizaba para los visitantes e Iñaki sufría para hacerse fuerte en el lateral. No resultó un duelo sencillo para el calagurritano en un choque de alta intensidad y, seguro, emotivo para el futbolista.
Los blanquirrojos fueron cogiéndole el aire al partido gracias a faltas laterales y algún que otro saque de esquina. Los remates eran imprecisos y poco atinados, pero eran una amenaza para un Calahorra que insistía en la presión alta pese a las posibles consecuencias en la segunda parte. Los logroñeses estaban equilibrando la contienda. Faltaba llegar y que el meta alfareño tuviera trabajo. El esfuerzo de ambos conjuntos se dejaba notar.
El descanso era buscado por los rojillos. Se veían por delante. Sólo faltaba defender un postrero córner. Eso parecía. Sin embargo, hubo un rechace, un nuevo centro y el gol de Marcos André para animar a los suyos y hacer dudar a sus rivales. Las tablas y el efecto psicológico del tanto podían hacer mella en el comienzo de la segunda mitad. La UDL aprovechó su inercia. Olaetxea no llegaba a un centro de Víctor López -este encuentro en el extremo diestro- y después Marcos André probó a Zabal.
El Calahorra necesitaba un poco de pausa. En ello estaban Almagro, Emilio y Parla. Carralero intentaba inquietar a Juan Iglesias, mientras que Auzmendi se sacrificaba en labores defensivas. En el otro bando, Ñoño no acababa de gozar por su lado ante el insistente Yasin, mientras que Olaetxea acusó el ritmo competitivo. Las sustituciones podían ser decisivas. De hecho, se hicieron esperar. El problema fue que tres de los cambios llegaron por lesión. Cristian y Morgado dejaban su lugar a Javi Barrio y Regino. Mientras que César Remón se incorporaba a la medular y Andy retrasaba su posición ante las molestias de Caneda -el cual vio la quinta amarilla estando en el banquillo-.
Rubén Martínez y Rayco debían dar más empuje ofensivo a los blanquirrojos, pero pasaron desapercibidos justo cuando más parecía inclinarse la balanza por los blanquirrojos. Pero entre que el choque ganó en revoluciones y las constantes interrupciones trabaron el partido, la UDL se quedó con las ganas. Por su parte, Goñi podía dar un punto más de sosiego que Parla, pero no fue momento para florituras, era más para dejarse el alma en cada jugada. Eso entendieron todos, por lo que los minutos finales -5 de tiempo añadido- fue más un intento por generar por parte de los locales, que no llegó, y de aguantar por parte de los visitantes. Así que las tablas se festejaron en el banquillo rojillo, mientras que la sensación de los blanquirrojos fue, en primera instancia, de haber podido hacer más.