Las labores de ayuda y rescate a las víctimas del terremoto y el tsunami de Japón se están viendo dificultadas por la constante situación de crisis que se vive en el país asiático entre réplicas del seísmo, alertas nucleares y multitud de focos de incendio declarados en la costa nororiental, la zona más próxima al epicentro del seísmo, según Naciones Unidas, que ha recibido confirmación oficial de 1.600 muertos, 1.419 heridos, más de 10.000 desaparecidos y 380.000 evacuados.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA) clasifica la “masiva operación de respuesta de emergencia” en tres frentes consecutivos: el seísmo, el tsunami y la amenaza por radiación nuclear, que sigue siendo “elevada” mientras las autoridades niponas intentan enfriar tres reactores nucleares inestables en Fukushima.
Según los datos obtenidos hasta el momento de las autoridades japonesas, la OCHA tiene constancia de 1.600 muertos confirmados, 1.419 heridos, más de 10.000 desaparecidos, un balance que aumentará “con toda probabilidad” una vez los servicios de rescate puedan alcanzar todas las zonas afectadas por el tsunami.
DAÑOS MATERIALES
Más de 7.500 edificios de las prefecturas de Sendai e Iwate se encuentran completamente destruidos, junto con 465 carreteras, 43 puentes y siete líneas de ferrocarril, que se suman a las más de 11.000 viviendas y estructuras dañadas en ambas provincias.
La OCHA todavía no ha cuantificado los daños en una tercera prefectura, Miyagi --la más afectada por el seísmo--, pero ya ha expresado su grave preocupación por los 10.000 residentes de la ciudad de Minamisanriku, que están desaparecidos y presumiblemente muertos, según la Policía nipona.
Más de 2,6 millones de hogares carecen de electricidad y 3,2 millones de personas se están quedando sin suministro de gas en un momento en el que el invierno japonés desciende a temperaturas de +1º. Además, 1,4 millones de personas no tienen acceso a agua potable. Los hospitales, no obstante, están aceptando bien la llegada de pacientes y 145 de 170 de las instalaciones médicas de emergencia funcionan “a pleno rendimiento”.