La Rioja vaciada no quiere quedarse sin bares: las soluciones de los pueblos para mantener su centro social

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La Rioja es una comunidad llena de pequeños pueblos en los que cada vez queda menos gente. Nuestra región es un claro exponente de esa España Vaciada de población envejecida, jóvenes que se van en busca de mejores oportunidades de futuro y dificultades de acceso a los servicios públicos.

Los pueblos más pequeños de La Rioja viven de la agricultura o la ganadería, y se van quedando sin otros servicios. Uno de los más necesarios para estos municipios son los bares, que en estas zonas son mucho más que un lugar para tomar un vino. Los bares son un centro social, un lugar de encuentro entre los vecinos y vecinas, un lugar donde la soledad que azota nuestra Rioja más vaciada se hace más llevadera.

Por ello, muchos de los pueblos que ven como sus bares cierran o amenazan con hacerlo están buscando soluciones para no quedarse sin ellos.

Turnos para regentar el bar de Santa Lucía

Santa Lucía de Ocón es el ejemplo claro de todo un pueblo volcado para poder abrir su bar en verano, cuando la pequeña localidad se llena de vida. Este será el tercer año que la Asociación Cultural Juvenil de Santa Lucía de Ocón organice turnos entre sus familias asociadas tanto para llevar el bar, como para realizar las labores de limpieza de piscina de manera voluntaria, como explica su presidenta Sonia de Orio.

“Hacemos una reunión entre abril y mayo con los socios y proponemos las semanas y cada familia nos va diciendo cuál es la que le viene mejor ”, detalla. “Si coinciden en una misma semana varias familias dividimos”.

“Solemos abrir los fines de semana a partir de San Bernabé, porque hay mucha gente que viene de Logroño al tener fiesta, entre semana hasta julio está cerrado, porque la gente trabaja”. Es a partir de la primera semana de julio cuando el bar abre sus puertas también de lunes a viernes, permaneciendo así hasta aproximadamente el 15 de septiembre, “depende del voluntariado que haya”.

En total, son ocho semanas de rotación. “Todo el dinero que sacamos del bar y de las cuotas es para arreglar la piscina”, comenta ante la implicación en su pueblo tanto de mayores como jóvenes.

Bar a un euro en Nieva de Cameros

La pandemia fue una amenaza para que Nieva de Cameros se quedará sin su bar. Una pareja joven, Ramón y Miriam, regentaba un local debajo de su casa pero en 2020 pensaron en marcharse a Logroño, lo que hubiera el cierre del bar y una niña menos en la escuela.

“Este primer verano de la pandemia negociamos para poner una terraza en la plaza con una caseta como bar y cuando empezó el otoño, les propusimos que se instalaran en un local público debajo del ayuntamiento”, explica Inma Sáenz, alcaldesa del municipio. Mejoraron su infraestructura, el bar empezó a funcionar y el Ayuntamiento decidió sacar el pliego de licitación para que cualquier persona que quiesiera podría optar a regentar este bar municipal.

La alcaldesa tenía claro que las condiciones tenían que ser muy ventajosas: “hicimos un pliego por 15 años por 1 euro al año, no se trata de ganar dinero, se trata de ganar familias”. Finalmente, Ramón y Miriam fueron los únicos que optaron y propusieron como mejora al contrato para 100 euros al mes.

Así se ha conseguido no solo que no se pierda el bar, sino también revitalizar el municipio, ya que cada fin de semana llegan decenas de personas para probar su hamburguesas, un proyecto de economía circular que nace de un ganadero de Nieva, pasa por el carnicero del pueblo y llegan hasta Bar La Chata, donde se cocinan y se disfrutan. Inma Sáenz está orgullosa de haber conseguido mantener este servicio: “el pueblo que tiene bar tiene más vida”.

La confianza mantiene el centro social de Villarroya

La situación de Villarroya no es fácil. El pueblo con menos habitantes censados de La Rioja, 5 en 2021, perdió su cantina en los años 60. Pero sus vecinos y vecinas no renuncian a tener un lugar de encuentro.

Para este fin utilizan el local de la asociación Amigos de Villarroya, “donde tratamos de organizar actividades durante todo el año para dinamizar el pueblo, conferencias, talleres...”. También esta disponible para que las personas socias que, por ejemplo, no tengan casa en el pueblo, puedan acudir allí a comer.

Y también disponen de un frigorífico con bebidas para compartir un buen rato en el pueblo. Lo más curioso de esta iniciativa es que tiene la confianza como filosofía: “cada persona que coja algo lo paga pero no hay ninguna persona como camarera”, explica la presidenta de la asociación, Pilar Calvo. “En una sociedad basada en el individualismo, en el no fiarte de quien está al lado, nos parece importante ofrecer un servicio que aporte estos valores”.

Soluciones que, aunque aparentemente sencillas, no salen adelante sin el compromiso de los vecinos y vecinas por su pueblo. Un servicio del que, sin embargo, ya no disfrutan muchos pueblos. Mientras, en Santa Lucía, Nieva de Cameros y Villarroya la implicación permite mantener un lugar para compartir. Un centro social que llena de vida los pueblos.