La vida de un médico rural en La Rioja: geriatría en invierno, pediatría en verano

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“En estas zonas rurales, tan envejecidas y afectadas por la despoblación, el médico es un valor que cuidan mucho, nos valoran como algo fundamental”. Así habla Ignacio Fernández de su trabajo en los pueblos del Camero Nuevo. Es el médico de El Rasillo, Ortigosa, Peñaloscintos, Nieva y Montemediano.

Su vida, y su trabajo, cambia bastante entre los meses de invierno y los de verano. “En invierno la población es muy mayor, es una población claramente envejecida y tenemos poca carga asistencial, hay mucha visita a domicilios y patologías crónicas como diabetes, hipertensión, revisiones, analíticas...”. Sin embargo, la cosa cambia en verano.

“Las analíticas dejan paso a los cortes, caídas y picotazos”

Cuando llega el buen tiempo, los pueblos del Camero se llenan de veraneantes, familias que huyen del calor y la rutina de la ciudad, descendientes de los municipios que pasan los meses más calurosos en la sierra y campamentos, muchos campamentos. “Nuestro trabajo cambia por completo, nuestros pacientes rejuvenecen, hay más movimiento en las consultas y atendemos sobre todo patología pediátrica”, explica.

Las analíticas y revisiones dejan paso a los cortes, caídas, picotazos, alergias o gastroenteritis. “De hecho, nuestros pacientes habituales suelen esperar, los que tienen una patología crónica como la diabetes, prefieren esperar a que pasen estos meses de más afluencia”, cuenta.

Fernández es uno de los tres médicos del Camero Nuevo, el médico de Ortigosa. Junto a él trabajan otros dos en Torrecilla y Villoslada. Todos ellos tienen un trabajo muy diferente al de cualquier otro compañero que trabaje en zonas de alta carga asistencial como Logroño, Haro o Calahorra.

“Ellos tienen apenas seis minutos por paciente y eso hace que haya menos trato personal. De ahí también las reivindicaciones, porque se está pasando por alto la prevención para la salud, los médicos se limitan a lo asistencial, como pueden”, reflexiona este médico rural, “aquí sin embargo el tiempo no es un problema, conocemos a todos los pacientes y podemos hacer más cosas en el ámbito de la prevención”.

A pesar de estas ventajas, hay médicos que no quieren trabajar en estas zonas rurales, por las implicaciones que esto conlleva. “Aquí somos también médicos de urgencias, tenemos que hacer guardias por las noches y nos llaman a nosotros si hay un accidente”, explica Fernández, “eso frena mucho a algunos compañeros porque, aunque nosotros vivimos mejor entre semana porque tenemos menos carga asistencial, hay estos pequeños sustos que en un centro de salud de un pueblo grande o ciudad no tienes”.

Pero para estos profesionales lo más duro es ver cómo los pueblos se van vaciando. “La despoblación se nota, cada vez hay menos gente joven en las consultas”.