Las gaitas dejan de tocar en Cervera cuando entra a bailar una mujer
Cervera de Río Alhama se prepara para vivir, dentro de unos días, sus fiestas en honor a Santa Ana. El ambiente prefestivo se empieza notar en el pueblo pero hay un tema del que no se habla: las Gaitas. “Es un tema tabú, las opiniones están divididas y ni siquiera podemos hablarlo entre amigos porque pensamos diferente y acabamos discutiendo”, cuenta una joven cerverana.
La Gaita es una tradición centenaria en el municipio riojabajeño. Tanto en las fiestas de Santa Ana como en las de San Gil, se realizan tres procesiones con jóvenes danzadores bailando al ritmo de las gaitas. Todos ellos son chicos jóvenes a los que, el último día de ambas fiestas y en el último tramo del recorrido del último día (el de Santanilla y Sangilillo), se unen los danzadores veteranos y los niños, en uno de los momentos más emotivos para los vecinos.
Las mujeres, sin embargo, tienen vetado ese derecho. Tres de ellas decidieron incorporarse a la danza hace cincos años. Aunque fue una sorpresa para todos, no pasó nada. Sin embargo, hace dos años, cuando las chicas entraron a bailar en ese tramo que los danzadores comparten con veteranos y niños, se armó la polémica. Las gaitas dejaron de tocar, el público se dividió.
Los danzantes continuaron el recorrido de la procesión y las chicas se quedaron danzando en el lugar, sin música, mientras un grupo de personas les animaban haciendo sonar las pulgaretas (castañuelas) e incluso incorporándose a la danza improvisada. Una de las que se unieron a ellas fue la alcaldesa Estrella Santana. Fue en ese punto cuando la reivindicación de la La Gaita mixta comenzó a hacerse más fuerte.
El pasado año, en las fiestas de Santa Ana, los gaiteros tomaron la decisión de dejar un último tramo para que pudieran entrar todos los que lo deseasen, incluidas las mujeres. Ya en San Gil, las chicas mandaron una carta a la cofradía, que les negó su participación. Aun así, ellas dieron el paso cuando llegó el día, y se volvió a parar el baile. Ese mismo día, se encontraron destrozada su pancarta reivindicativa.
Ahora las fiestas se acercan de nuevo. Ellas llevan desde Semana Santa intentando hablar con las cofradías pero sólo reciben negativas. “Nos dicen que la tradición debe mantenerse intacta pero nosotras tratamos de explicarles que hay más cosas que han cambiado”, explican a Rioja2, “también antiguamente eran las novias las que cosían los pañuelos para los chicos, danzantes, que se iban de alabarderos y eso ahora ha cambiado, bailan todos los chicos que quieren y son sus madres o sus tías las que les preparan los pañuelos”.
En la última reunión, la tensión fue en aumento. “Nosotras sólo fuimos tres y ellos aparecieron las dos cofradías, negándonos la participación desde el principio e incluso riéndose a nuestra cara”, cuentan.
Ellas siguen tomando fuerza. El grupo lo componen actualmente una decena de mujeres de entre 16 y 40 años y cuentan con el apoyo de buena parte del pueblo. Otra parte importante apuesta por mantener la tradición y no dejar participar a las chicas. La división se deja notar incluso en el seno de familias y cuadrillas, en las que se evita el tema para alejar así las discusiones.
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