La “única taberna que queda” cierra sus puertas este viernes. El Soldado de Tudelilla no volverá a servir deliciosas ensaladas de tomate o vino en porrón y Manolo García dejará de estar tras la barra como lleva años haciendo, para pasar a disfrutar de una merecida jubilación.
Todo comenzó en 1947, de la mano de sus suegros, quienes abrieron este local en la calle San Agustín. De ahí pasaron a la calle Laurel, donde pasaron 35 años, y de nuevo a la San Agustín, donde García, que llevaba en el sector hostelero desde los 14 años, se hizo cargo del negocio.
“Con mi despedida no se pierde nada, no se pierde nunca nada, se gana”, afirma modesto García, quien no oculta su pena por decir adiós a lo que ha sido su vida durante más de 50 años.
Esta mañana la Asociación de Hosteleros de la Zona Laurel ha querido darle un merecido homenaje sorprendiéndole esta mañana con una emotiva placa en recuerdo de todos sus años tras la barra de este emblemático local. Un acto al que ha acudido también la alcaldesa, Cuca Gamarra.