M.S quería estar junto a su mujer. Pensaba que le pertenecía, por ello había quebrantado la orden de alejamiento y de destierro que un juez le había impuesto en Logroño tras pegar a su esposa.
Y por ello también pintó con spray la fachada del bar que regentaba en el barrio de Yagüe llamándola puta u otros insultos en rumano.
Y porque era suya, viajó de Madrid a Logroño para matarla. Después se quitó la vida en el mismo lugar donde había atacado a su víctima ante la mirada atónita de decenas de vecinos que habían compartido en miedo de T.S, la última víctima de la violencia doméstica en España.
La persecución a la que era sometida la mujer por parte de su marido no termina ni en el descanso eterno. Ayer, fue enterrada en el cementerio de Logroño ante familiares y amigos que despedieron a una mujer trabajadora, educada y correcta.
Su familia, le dió el último adiós con el rito ortodoxo, religión a la que pertenecía la mujer rumana. Las dos hijas habían despedido a su padre y a su madre en pocas horas.
Según ha explicado la presidenta de la Asociación de Vecinos Fueclaya del barrio de Yagüe, Blanca Pascual, las hijas apenas habían reunido la mitad de los 3.500 euros del dinero del entierro, gracias a las donaciones de sus compatriotas rumanos.
Fueclaya tiene en estos momentos abierta una cuenta en una oficina de la Caja Laboral para intentar reunir el dinero que hace falta para completar el coste del sepelio.
“La situación de las dos es angustiosa. En el momento de la muerte de sus padres apenas tenían seiscientos euros para comer, pagar el entierro y el alquiler de sus pisos”, ha afirmado Pascual.
Tras las lágrimas y los reponsos, los familiares fueron abandonando el cementerio. Allí descansará para siempre los restos mortales de T.S. Encima de la lápida que reza su nombre, se encuentra otra, también en rumano. Es la de su ex pareja y verdugo.
El asesino ha conseguido lo que quería: tenerla siempre cerca.