Compañeras de las tres acusadas a las que se les imputa un presunto delito de violencia habitual en la Casa Cuna (la ex directora y dos ex tutoras) han mantenido hoy que la directora daba “bofetadas con la mano abierta en la cara” y las tutoras usaban expresiones “vejatorias”.
En la segunda sesión del juicio, por el que se pide penas de cárcel para las tres ex trabajadoras, han subido al estrado las compañeras denunciantes, que se han ratificado en que se pegaba, encerraba a los niños y amenazaba con palabrotas. Han coincidido, además, en que los momentos de más tensión se vivían a la hora de la comida.
“Dije a Eulen que se trataba muy mal a los niños, que se les pegaba”, ha afirmado la primera trabajadora en salir a declarar. Eulen, empresa de la que dependen las empleadas de la Casa Cuna (aunque sea un centro municipal) era, según ella, conocedora de la situación.
Por eso, ha dicho, cuando le renovaron el contrato tras el verano esta educadora pensó que “algo se había mejorado”. Sin embargo, no fue así. “No decía nada porque ya se lo había dicho a la empresa, y porque es trabajo y tienes que ver la cara de esas personas todos los días, así que te callas, pero sí intentaba cogerme a los niños más conflictivos”, ha dicho.
Ha relatado cómo el hecho de denunciar a sus compañeras le surgió después de coincidir con una madre en la piscina y mostrarle su temor acerca de lo que les podía pasar a los menores, sobre todo a la hora de comer.
Ha asegurado que la ex directora les decía “traga; y les daba un bofetón”. Ella, y otras compañeras han relatado varios episodios de bofetones, centrándose en un día en el que al menor “se le quedaron los dedos marcados en la cara”.
Cuando otra empleada le preguntó qué había hecho, la directora, según el relato escuchado hoy en el Penal número 1, contestó: “Ya se le quitará la marca para cuando salga”.
El hecho de por qué no detenían los hechos mientras sucedían ha centrado las preguntas de uno de los abogados de la defensa a una educadora, en relación al hecho de que se encerraba a una niña en el cuarto de cambiadores o en el baño cuando lloraba. “Porque yo era una auxiliar y hacía lo que me mandaban”, ha explicado.
Llamada a la policía
Una de las educadoras ha relatado cómo vivió el día que la Policía recibió una llamada desde el hotel colindante. Ha explicado que estaba atendiendo a una niña y tenía de espaldas a la acusada.
Entonces, oyó que, desde el hotel, unas mujeres asomadas a la ventana decían “déjale, no le hagas eso, maltratadora”, se volvió y vio cómo la tutora acusada “zarandeaba” a un niño. La ex directora, según este relato, acudió, cerró la venta y, a los tres cuartos de hora, acudió la Policía (a la llamada de las mujeres del hotel).
Una de las compañeras que ha comparecido hoy ha explicado que habló con la directora y le dijo que había “actuaciones” que no le parecían “bien”. La directora le aseguró que en septiembre “todo cambiaría” y se llegó a “echar a llorar”.
Y es que las compañeras, además de decir hoy que se trataba “mal” a los niños, “alentando” este comportamiento entre las tres acusadas, han hablado de que no se cumplían las comidas, llegando a poner pollo cuando tocaba pescado, o mandar natillas a los bebés (que no pueden comerlas); que faltaba material; y que “la organización hacía que hubiera niños desatendidos”.
Con respecto al episodio de los zuecos; mientras las acusadas aseguraron, en la primera sesión, que se trataba de un juego, hoy las compañeras han dicho que “les tiraban a dar” a los niños e incluso una de ellas hablaba de “hacer diana”.
Un abogado de la defensa ha querido discernir si era un “método pedagógico inadecuado” o se llegaba a “agresión que merezca cárcel” y una de las compañeras ha dicho: “no los lanzaban con todas sus fuerzas”.