Las monjas del convento de Madre de Dios estrenan casa

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Logroño cuenta desde este sábado de forma oficial con un nuevo convento, construido en pleno siglo XXI en un extremo de su casco urbano para acoger a una comunidad de Concepcionistas Franciscanas que viven en clausura.

El nuevo convento ha sido inaugurado de forma oficial, con un acto religioso oficiado por el obispo de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, Juan José Omella, y al que han asistido autoridades locales y regionales y dos centenares de personas.

Este acto ha marcado un antes y un después en la vida de las once monjas que habitan en el convento, de momento, ya que tienen la esperanzas de que las nuevas instalaciones atraigan a novicias que la orden tiene en Madrid. De hecho, entre las instalaciones del nuevo cenobio hay habitaciones para el doble de religiosas de las que viven en él “y si es necesario, podemos ampliar”, ha explicado sor María Josefa de Jesús.

Ella es una de las que más tiempo lleva en la comunidad de Concepcionistas Franciscanas de Logroño, más de 40 años, y ha vivido de primera mano los avatares que han deparado el traslado de un viejo edificio al nuevo.

El viejo convento de Madre de Dios, del siglo XVI, estaba situado en uno de los “extremos” del Logroño de postguerra, pero desde hace décadas el trazado urbano de la ciudad lo había encerrado de forma progresiva.

Hasta que en 2002 la orden religiosa “pactó” con el Ayuntamiento de Logroño las condiciones de su marcha del viejo convento: su edificio pasaría al Consistorio a cambio de poder dar uso residencial a una parcela anexa al convento de casi una hectárea.

Con la venta de esa parcela las religiosas han financiado la construcción del nuevo convento, que se ubica en un solar de 6.000 metros cuadrados junto al seminario de Logroño; la obra ha costado alrededor de tres millones de euros.

El nuevo edificio, obra del arquitecto riojano Gerardo Cuadra, tiene poco o nada que ver con los conceptos clásicos de un convento; construido casi por completo en ladrillo, tiene claustro, pero sólo con una galería; dispone de “celdas”, pero todas ellas con amplias ventanas al exterior; y el patio es un amplio jardín con paneles de energía solar, zonas de paseo y un cementerio.

En el proyecto “se ha buscado la funcionalidad”, subraya la religiosa María Josefa de Jesús, “para que podamos hacer nuestra vida en una sola planta, sin las incomodidades del viejo edificio”.

Asegura que no echarán de menos su vieja sede “porque tampoco era un edificio de valor, tras la guerra se había reformado por completo” y “ahora había muchas humedades y ruido”. “Esto es de otro estilo, pero también es un convento y lo importante es que sirvan para que vengan más novicias”, insiste antes de entrar en la zona de clausura de su nuevo convento.