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Aunque las cifras no son las mismas para las empresas organizadoras y para los hosteleros de la calle Laurel, todos coinciden en que cada vez vienen menos despedidas de soltero. Por una parte están las empresas organizadoras, los alojamientos o las empresas que se dedican a actividades complementarias como karting o paintball, que han visto cómo su negocio este año ha ido mermando, en algunos casos hasta la mitad, tal y como nos explica Vicky Toscano, empleada de riojadespedidas.com: “Llevamos ocho años abiertos. El año pasado y el anterior fue cuando más trabajo hemos tenido. Este año ha bajado muchísimo respecto al año pasado, a la mitad”.
Esta empleada apunta que ésto no sólo les está repercutiendo a ellos, sino también con el resto de empresas que trabajan: “Nosotros trabajamos con varias empresas de actividades y entre nosotros hablamos de ésto y el bajón ha sido para todos: para alojamientos, para actividades, para nosotros y para todos. Entre nosotros hablamos y llegamos a lo mismo, que la mala publicidad que le están dando está afectando a este negocio”.
Pero... ¿mala publicidad de quién? ¿De los hosteleros para que no vengan o de los propios
protagonistas de las despedidas? “Que no se saben comportar es evidente pero las despedidas eran otro ingreso que le estaba dando a Logroño porque los restaurantes necesitaban más camareros, los de las actividades más empleados... Movía mucho y producía mucho empleo”, señala Toscano.
Parece que los que vienen, están más informados y ya están prevenidos de que, probablemente, en algunos bares no les dejen entrar: “Los que vienen, vienen siempre con ese miedo de que en la calle Laurel no les dejan entrar, que no les dejan entrar en ciertos sitios y que tienen que comportarse para que les dejen entrar. Se informan a través de Internet o en publicaciones de periódicos digitales”.
Afirma que ya no vienen como antes, “como cuando se decía que Logroño era la capital de las despedidas” y que se están desplazando a otras localidades: “A pesar de que hemos incrementado el gasto en publicidad, hemos notado que se están yendo a otros sitios. Aparte de Logroño, se están yendo a Salamanca, a Gerona, a Burgos...”.
La otra parte está representada por los hosteleros de la calle Laurel, que en su gran mayoría se manifestaron en contra de este tipo de clientela. Por todos es conocido los truculentos espectáculos que se han vivido en esta calle, que ante todo se caracteriza por tener un ambiente tranquilo, familiar y para todos los públicos, más allá de las zonas de copas.
Ante las peleas y los problemas que estaban generando, algunos bares tomaron medidas, como no dejar entrar a despedidas de soltero o colocar carteles en la entrada en los que se advertía de que no les iban a servir.
“Aquí hay libertad. En general, los asociados que no quieren de ninguna manera las despedidas, que son muchos, colocan el cartel. Entonces no les atienden de ninguna manera. Hay otros, los menos, que optan por atenderlas. Y luego hay otros que les atienden según cómo les vean”, explica la presidenta de la Asociación de Hosteleros La Laurel, Blanca Fernández.
Casi todos los que ponen el cartel, lo quitan los días de labor y lo ponen los fines de semana. Blanca también considera que han disminuido el número de despedidas y cree que esta medida ha tenido mucho que ver: “La iniciativa de poner el cartel lo valoro de manera positiva porque ya saben y ya se ha corrido la voz de que no se puede venir aquí de manera impune a cogerse una borrachera colectiva. Que esto es una zona donde se viene a tomar un vino tranquilamente, donde todo el mundo está comiendo, se lo está pasando bien, pero que nadie se mete con nadie. Sí que se ha corrido la voz de que ya no tienen carta libre y que la calle es suya”.
Andrés Fernández, que era presidente de esta asociación de hosteleros el año pasado y cuando se decidió probar con los carteles, indica que la situación ha cambiado radicalmente: “El hecho de poner carteles, amarillo fosforito, ya hizo el año pasado que algunas optasen por no
venir. Además, ha cambiado que ya no vienen totalmente disfrazados, solamente uno, lo que hace más ligera la tarea. Por otra parte, casi todo el mundo ve por la mañana o el viernes tarde que en algunos sitios no se les va a atender y también vienen más precavidos“.
Fernando Izquierdo, del Bar La Universidad y La Casita, lleva un año y medio siguiendo a rajatabla esta medida y no atendiendo a despedidas y sí que ha notado que vienen un poco más calmados pero piensa que es la empresa organizadora la que les debería explicar a dónde van y qué ambiente hay: “Yo creo que si estas empresas les informaran bien de dónde vienen y cómo, no tendrían tanto problema. Que les informen de que la gente viene a tomarse sus tapas y sus vinos, que se den cuenta de que hay niños, familias, personas mayores y que ciertos comportamientos no se pueden tener. Si esa empresa les conciencia, no van a tener ningún problema para venir porque de hecho nosotros estamos deseando que venga gente”.
Sin embargo, hay otros que siguen teniendo problemas. La pasada semana, uno de los camareros del Bar Charly tuvo un juicio porque un novio de una despedida le tiró un vaso a la cara por negarse a servirle otra cerveza porque el bar había cerrado: “A raíz de este altercado, ponemos el cartel sólo los sábados por la noche. Toda la vida hemos dejado entrar a despedidas y tampoco hace falta poner carteles, más que nada saber torearlos. Yo sé dónde trabajo y sé que alguna cosa tengo que aguantar pero para saber de lo que estamos hablando hay que trabajar y vivirlo aquí. Te pierden el respeto totalmente y te tratan como si fueses mierda”, señala Froilán Domínguez, del Bar Charly.
Hay quienes no entienden que, sobre todo ahora con los tiempos que corren, no se deje entrar a las despedidas de soltero a los bares por el dinero que generan, pero igual se les cae el mito. Froilán subraya que no suponen tanto dinero: “ Dicen que tenemos que aguantar porque nos dan un montón de dinero. Mentira. En Laurel los sábados va a haber gente siempre. Y es más. Hay una despedida de soltero con 10 tíos y se tiran una hora. En esa hora, gente que va a entrar los ve y no entra”.
Y no es el único. También lo piensa así Claudio Arevana, que hace poco que ha abierto el Bar
Triskel, hace menos de un año. Sin embargo, no está en disposición de dejar entrar a unos y a otros no: “Nosotros no ponemos cartel. Aquí son todos bien recibidos. Mientras se porten bien, no hay ningún problema. De momento, no hemos tenido ningún altercado pero nos han prevenido. Generalmente las mujeres se portan perfectamente y los hombres son los más conflictivos. Yo creo que por unos pocos no hay que culpar a todos”.
Alfredo Fernández, del Bar Torrecilla, calcula que habrá bajado entre un 10% y un 15% el número de despedidas en la calle Laurel y que, por supuesto, eso repercute en la caja. “Alguna vez viene alguna a tomar sus copas y están totalmente equivocados porque aquí no se viene a tomar copas pero cada vez vienen más a tomar sus vinos y luego se van a otros sitios o a las actividades que haya”.
Alfredo nos cuenta que ha estado en Burgos y en León y que el ambiente es similar al que se vive aquí en Logroño: “Yo he hablado con los que están allí y ya me han dicho que llevan un año o dos que está aumentando el tema de las despedidas. Que la gente aquí también se casa y nosotros nos iremos a otro sitio y montaremos lo mismo que montan los que vienen aquí de despedida”.