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Los biofármacos renuevan la reumatología

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“Las nuevas terapias biológicas han cambiado el curso y el pronóstico de muchas enfermedades reumáticas inflamatorias, como la artritis reumatoide y las espondiloartropatías”, asegura Paloma García de la Peña, jefa del Servicio de Reumatología del Hospital de Madrid Norte Sanchinarro, durante una sesión clínica celebrada en el Auditorio Reina Sofía de este centro. “La reumatología moderna no puede dar una atención de calidad a sus pacientes si no se les ofrecen estos fármacos, que han aumentado considerablemente el abanico de posibilidades terapéuticas dentro de la especialidad”, señala. La artritis psoriásica y la idiopática juvenil, que afecta a la población infantil, son otras patologías que se están viendo especialmente beneficiadas por estas terapias. Aunque estas nuevas terapias son administradas actualmente en aquellos pacientes que no responden a los fármacos tradicionales -lo que supone entre un 10 y un 25 por ciento del total-, “es muy probable que lleguen a convertirse en la primera opción terapéutica para determinadas enfermedades reumatológicas, ya que se está logrando su remisión total”, ha comentado García de la Peña, quien recuerda que la curación no es posible.

El inconveniente más destacado de estos nuevos fármacos está en que provocan predisposición a las infecciones, lo cual requiere un control exhaustivo de los pacientes. Así, por ejemplo, “en el caso de algunas terapias biológicas de primera generación, es necesario un cribaje que confirme o descarte una tuberculosis latente, para hacer o no una profilaxis previa a la administración del medicamento”.

Las prescripciones de estas terapias biológicas se han consolidado como las más caras del sistema sanitario público; sin embargo, también “hay que fijarse en la coste-efectividad de las mismas”, ha especificado Marta Valero, del Servicio de Reumatología del Hospital de Madrid Norte Sanchinarro, quien también ha participado en la sesión clínica general “Actualización en Terapias Biológicas en Reumatología”.

Las terapias biológicas comenzaron a aplicarse en pacientes con artritis reumatoide severa a comienzos de este siglo, y se han extendido a algunas enfermedades dermatológicas, como la psoriasis, hace escasamente un lustro. Éstas “suelen administrarse vía subcutánea, lo que requiere cierto adiestramiento, o intravenosa, lo cual necesita de una infraestructura de hospital de día”, recalca Valero.

La artritis reumatoide es una enfermedad sistémica autoinmune, caracterizada por provocar inflamación crónica de las articulaciones, que produce su destrucción progresiva con distintos grados de deformidad e incapacidad funcional. En ocasiones, su comportamiento es extra-articular: puede causar daños en cartílagos, huesos, tendones y ligamentos de las articulaciones pudiendo afectar a diversos órganos y sistemas, como ojos, pulmones, corazón, piel o vasos.