El profesor de la Universidad de Aalborg, Óscar García Agustín ha obtenido el título de Doctor por la Universidad de La Rioja tras la defensa de su tesis Lenguaje e institucionalización: la articulación de la autonomía zapatista en la que ha profundizado en el análisis de los líderes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en particular del subcomandante Marcos, especialmente en el período comprendido entre los años 2003 y 2005. Es en estos años cuando el EZLN se crearon Los Caracoles, nuevos espacios comunitarios indígenas que han fomentado el desarrollo social entre sus gentes.
Y es que el subcomandante Marcos, cuya aparición se remonta al año 1994, impulsa el movimiento zapatista como una especie de revolución indígena para reivindicar unos derechos básicos para esta población. Su aparición se remonta en un momento en el que “parecía difícil la aparición de reivindicaciones en la justicia social y en una serie de derechos”, ha explicado García.
En este contexto, Marcos adquiere especial importancia como portavoz ya que tiene una firme convicción izquierdista, además de aunar los elementos de su experiencia que ha ido adquiriendo con el tiempo, porque retoma el concepto del marxismo, haciendo una relectura del mismo y lo plantea en términos de “democracia, justicia y libertad”, ha aseverado García. Por este motivo, su discurso se vuelve “más universal” y logra crear un movimiento político y social, llegando a un público amplio y muy joven.
Su tesis hace un especial análisis en la evolución que el movimiento zapatista ha sufrido hasta el momento. Después de que en 2001 se rechazara la aprobación de los postulados zapatistas en el Parlamento mexicano, entre ellos reconocer el derecho a la autonomía, se produce un cambio en el ejército zapatista porque se ve obligado a redifinir su papel en las diferentes poblaciones indígenas de Chiapas.
COMUNIDADES INDÍGENAS
Así fue como surgieron los espacios civiles de Los Caracoles, que son espacios de intercambio y de mejora de la producción que dinamizan la zona, y las Juntas del Buen Gobierno, que establecen un nivel de autonomía a las comunidades indígenas. En esta nueva dirección el ejército zapatista intenta asumir funciones militares de protección de los territorios zapatistas e intenta que las comunidades gestionen las funciones políticas, aunque todavía no ha quedado muy claro su papel, algo que Óscar García ha calificado como “una paradoja” que todavía resulta “difícil de resolver”.
En las diversas comunidades de Chiapas se establecen como gobiernos rotativos respaldados por los propios habitantes, en los que el ejército ha intentado siempre mantenerse al margen. Pero ocurre que la división ideológica del ejército y la propia división entre los indígenas zapatistas y no zapatistas ha dificultado la convivencia dentro de estos espacios comunitarios.
A pesar de toda la confrontación política que se ha desatado y de todas las diferencias ideológicas dentro de la misma izquierda y entre los indígenas, el movimiento Zapatista ha aportado socialmente muchos avances para las pequeñas localidades mexicanas que viven en la más absoluta pobreza. Y es que este movimiento ha supuesto para las diferentes comunidades de Chiapas, Los Caracoles unos grandes avances desde el punto de vista material, con la construcción de escuelas, para defender la cultura y la lengua indígena; la creación de hospitales, tanto para tratar a enfermos como para fomentar la medicina preventiva, además de favorecer la educación sexual; también han trabajado para desarrollar la producción local y a los pequeños comerciantes.
Pero además, la organización de Los Caracoles ha supuesto para las sociedades indígenas avances en cuestión de organización, ya que se han creado pequeños municipios y las Juntas del Buen Gobierno para coordinar todo lo que suceda en su interior. De este modo se garantiza a las personas de una serie de derechos dentro del terriotorio zapatista, además de ofrecer a sus habitantes una administración jurídica.
Especialmente, Óscar García mencinó que estas pequeñas localidades se han encargado de preservar la historia, la lengua y la cultura que ha rodeado durante siglos a la sociedad indígena. Una de las conclusiones que García ha apuntado es que “los conflictos sociales seguirán aflorando” en el país.