Por primera vez en todo lo que llevamos de temporada , Huesca, Zamora, Ponferradina y Barkaldo han logrado vencer en la misma jornada. El hecho, que podría ser anecdótico, tiene mayor carga de porfundidad de la aparente: con sus triunfos, la tabla ha comenzado a romperse. Si no hace pocas jornadas, el grupo II había hecho el acordeón, en la 23 las diferencias han vuelto a hacerse más grandes.
Así, cuatro puntos (dos partidos), son los que separan ya al Barakaldo, cuarto clasificado y último en 'play off, de Sestao y Conquense, sus más inmediatos perseguidores. Los de Íñigo Liceranzu, que vencieron sin autoridad en Las Gaunas, llevan una racha impecable: han ganado cinco partidos consecutivos, lo que les ha permitido colarse en los puestos altos de la tabla después de un inicio desastroso para un conjunto que tenía por objetivo el ascenso.
La Ponferradina ha vuelto al triunfo, mientras que el Huesca también ha empezado a coger ritmo de nuevo y se mantiene en el liderato. Pero, junto al Barkaldo, el equipo que más está esprintando en estos meses fundamentales es el Zamora, al que le ha sentado bien la vuelta de Navidad.
Por contra, en la parte baja de la tabla los equipos siguen sin aclarar su situación. Las dos derrotas del CF han permitido tomarse un respiro a Lemona y Guijuelo, que se habían acercado demasiado a la zona de descenso y ahora miran al futuro con un poco más de tranquilidad.
No obstante, del primer puesto de descenso directo a la mitad de la tabla sólo hay seis puntos de diferencia, dos partidos, que en una liga tan irregular y con resultados tan dispares cada jornada no son significativos. Con la Peña Sport descendida virtualmente, Osasuna ha comenzado a remontar el vuelo y propicia el atasco. Quien falle en los tres partidos de febrero, puede meterse en un pozo sin fondo.
El calendario es poco propicio para Osasuna (que recibirá al Barakadlo y visitará al Real Unión y al LCF) y para el Valladolid B: se enfrentará a dos equipos punteros, Ponferradina y Sestao, que también jugarán en este mes con el Palencia. Si los riojanos, pasado el derbi, aprovechan el momento, la salvación puede estar de nuevo en su mano.