En varios hospitales españoles ya se han implantado diversas estrategias de gestión ambiental, como la norma internacional ISO 14.001 o el modelo fijado en el Reglamento Comunitario de Ecogestión y Ecoauditoría (EMAS en sus siglas en inglés).
Según explica Pedro Muñoz, jefe del Servicio de Electromedicina del Hospital Universitario Miguel Servet y presidente del comité organizador del VIII Congreso de la Sociedad Española de Electromedicina e Ingeniería Clínica (SEEIC) que se celebra en Zaragoza, “entre las medidas que debemos desarrollar están los planes de intervención, el fomento de compras a entidades respetuosas con el medio ambiente y la eliminación del mercurio”.
Actualmente, para conseguir este último objetivo –la eliminación paulatina del mercurio de los hospitales- se está comenzando a sustituir los termómetros tradicionales por los electrónicos y a separar el mercurio de los aparatos que lo contienen, tales como tubos fluorescentes, mantas eléctricas y algunos equipos de electromedicina. Esta medida está implantada hace tiempo en La Rioja.
PAUTAS
“Debemos fomentar las prácticas razonables para la prevención de la contaminación con agentes químicos, riesgos biológicos, metales tóxicos o radiaciones ionizantes”, apunta Pedro Muñoz. “Estas prácticas deben extenderse también al consumo del agua y energía eléctrica, tabaco, vibraciones, ruidos o campos electromagnéticos”.
Además de estas pautas, también se ha de tener en cuenta el apoyo al empleo y desarrollo de productos sanitarios ecológicamente seguros y educar e informar a los proveedores, fabricantes y usuarios de la tecnología médica sobre el impacto medioambiental y sus soluciones.
“Un almacén final de residuos es otra de estas soluciones porque nos permite hacer una mayor selección y, por tanto, mejorar el reciclaje y la recuperación de materiales”, continúa explicando Pedro Muñoz. “Para fomentar el ahorro energético hemos de fomentar las políticas ambientales, los cursos de formación y las campañas de sensibilización. De esta forma, los hospitales deberían estar sometidos al Protocolo de Kyoto, y reducir su emisión de CO2 cada año”.
Manuel Carmona se lamenta de que en nuestro país todavía existen pocos Servicios de Gestión Medioambiental. “Además, se presentan dificultades para aplicar los criterios de estos servicios, pero las normas exigen ser cumplidas y la organización ha de poner los recursos humanos y materiales para que así sea”.
Desde el Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, se han puesto ya en marcha programas anuales de mejora en las distintas variables medioambientales y de educación ambiental. “Además, a lo largo de este año queremos divulgar extensamente a los pacientes y visitantes nuestra política medioambiental y continuar con el plan de minimización de ruido interno, así como seguir trabajando en la reducción de consumo de papel”.
POR LOS NIÑOS
Más del 40% de las enfermedades relacionadas con factores medioambientales afectan a menores de 5 años, a pesar de que sólo representen el 10% de la población. Según Juan Antonio Ortega, “los niños son especialmente vulnerables a los tóxicos ambientales porque respiran más veces por minuto, comen y beben más agua por kilo de peso que un adulto y tienen inmaduros los sistemas de eliminación de tóxicos”.
El asma y las patologías respiratorias, los trastornos neurológicos del desarrollo, el cáncer infantil y las alteraciones endocrinas son las dolencias relacionadas con el medio ambiente más importantes en la infancia reconocidas por la Estrategia Europea Scale.
La Salud Medioambiental Pediátrica constituye, por este motivo, uno de los principales retos sanitarios del Siglo XXI para la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unión Europea. “Las unidades de este tipo que existen en algunos hospitales son capaces de reconocer, evaluar, tratar y prevenir las enfermedades y los riesgos ambientales en la infancia, así como de proporcionar asistencia, educación, formación e investigación clínica”.