Todos hemos pasado por ese momento en el que nos quedamos sin liquidez. Necesitar dinero urgente y no contar con él provoca una reacción en cadena, una sucesión de inconvenientes difícil de detener, que no se limita al ámbito de la deuda sino que va mucho más allá, afectando incluso nuestra psique y pudiendo dañar hasta nuestra salud.
Son muchos los casos, muchas las situaciones en las que podemos necesitar dinero urgente, desde las más ligeras a las más dramáticas. Quizás queremos hacer un regalo para una fecha especial o sólo darnos un capricho, o puede que no nos hayan pagado la nómina a tiempo, o tal vez no cobramos ese dinero extra con el que contábamos o sencillamente, llegaron cuentas y recibos de gastos que exceden totalmente lo previsto. Desde una multa hasta una factura de luz abultada, puede que no tengamos con qué cubrir una deuda, ya que todos disponemos de ahorros que nos sirvan para afrontar este tipo de inconvenientes.
Es entonces cuando, ante la angustia que nos genera la situación, nos planteamos pedir un crédito en el banco. Y eso no hace otra cosa que seguir sumando estrés al que ya teníamos, pues se desatan -cual efecto dominó- toda otra serie de inconvenientes. Para empezar y por su propia burocracia, el banco se toma su tiempo hasta decidir si va a conceder un determinado préstamo, dependiendo de toda una serie de papeles y documentación que hay que presentar. Y la verdad es que en muchos momentos de la vida, lo que necesitamos es liquidez urgente, quizás no es una gran cantidad de dinero, pero sí la necesitamos de forma inmediata. Y otras veces, son los requisitos y pre-requisitos en cuanto a la documentación a presentar, o en relación a nuestra situación, los que nos impide de antemano acceder a él. Los tiempos y las gestiones bancarias no contemplan nuestras urgencias.
¿Qué hacer entonces cuando no se tienen ahorros y no podemos -o queremos- tampoco recurrir a familiares o amigos? Pues pedir un microcrédito. Que nada tiene que ver con los créditos de antaño, cuya burocracia era casi peor que la del banco, y con intereses casi imposibles de cubrir. Este sistema ha tenido mucho éxito en varios países de Europa, y ahora ha llegado a España para afianzarse.
Los microcréditos actuales tienen muchas ventajas: la primera es la celeridad. Veremos nuestro problema de falta de liquidez resuelto y casi de inmediato, porque este tipo de préstamos se gestionan de un modo sumamente simple, sin papeleo o burocracias, en cuestión de minutos, Sólo hay que completar un registro en la web con los datos personales, el correo electrónico y el número de cuenta en el que queremos recibir el dinero. Pues que nos pidan algún otro dato más, pero eso ya dependerá de la empresa con la que gestionemos el microcrédito -puede ser la fotocopia del DNI o del NIE, o un extracto bancario que corrobore el número de cuenta. Lo cierto es que, en cualquier caso, esta presentación será siempre telemática, ya que toda la gestión, de principio a fin, se hace por internet.
Parece magia pero no lo es: si completamos el formulario correctamente, podemos contar con el dinero en nuestra cuenta en un plazo de no más de diez minutos.
Pero aunque fundamental, no es solo la velocidad y la simpleza de gestión lo que convierte en atractiva a esta propuesta, sino también el hecho de poder contar con dinero extra en cualquier momento del año, ya que al realizarse todo por internet, las web de los microcréditos están operativas los 7 días de la semana, y las 24 horas del día. Se trata de una plataforma que funciona automáticamente, y la gestión se puede realizar desde cualquier lugar y desde cualquier dispositivo (el ordenador, o el teléfono móvil, o la tableta), desde casa o desde el metro: mientras haya conexión, habrá crédito.
En cuanto a la devolución del crédito: se trata también de un proceso muy sencillo, y el plazo lo podemos elegir nosotros mismos. Podemos elegir un plazo de devolución que va desde los 5 días hasta un máximo de 31 días, y los gastos que conlleva son muy claros y quedan establecidos desde el mismo momento en que enviamos la solicitud. Y esto sólo en el caso en que los hubiera ya que por lo general no hay siquiera gastos que pagar; este tipo de microcréditos no prevé gastos de registro o de estudio y tampoco gastos por comisión.
De todos modos, todas estas web tienen un servicio de atención al cliente a través de un correo electrónico o teléfono de contacto. Siempre es aconsejable llamar y asesorarse, resolviendo todas las dudas antes de iniciar cualquier solicitud.