El Comité para la Protección de los Periodistas ha presentado este martes su informe anual, en el que cifró en 70 el número de reporteros asesinados durante 2009. Este balance sitúa el año pasado como el más mortífero desde que dicha organización recopila datos, hace casi dos décadas.
El CPJ subraya que, en una época en la que han cobrado importancia los nuevos soportes de difusión de la información y el nacimiento de un periodismo virtual, la mayoría de los 70 periodistas asesinados perdieron la vida mientras trataban de seguir historias locales.
El país con más víctimas en 2009 fue Filipinas, donde perecieron un total de 33 personas, si bien 31 de ellas fallecieron durante un enfrentamiento entre clanes rivales en el sur del archipiélago. Por detrás figura Somalia, con nueve víctimas mortales, e Irak y Pakistán, donde murieron cuatro periodistas en cada uno de los dos países. Otros tres reporteros fallecieron en Rusia, mientras que México, Afganistán y Sri Lanka registraron dos muertes cada uno.
Sin embargo, la organización lanza un mensaje optimista y subraya que, en términos generales, la presión sobre los periodistas ha disminuido en gran parte de los países, en gran medida por la insistencia de la comunidad internacional.
Como ejemplo, aunque con matices, el CPJ citó a China, que en 2009 mantenía a 24 periodistas detenidos, frente a los 42 registrados en 2004. El país asiático sigue siendo el Estado del mundo con más presos de este tipo y en la mayoría de los casos corresponde a profesionales que desarrollan su trabajo a través de Internet.
En total, 136 reporteros estaban entre rejas a finales de 2009. Además de China, la situación es especialmente delicada en Irán, que acumula 23 de estos arrestos. No obstante, la cifra engaña ya que tras las protestas postelectorales de junio del año pasado se llegó a detener a 90 profesionales que fueron puestos en libertad durante los meses posteriores.
Por su parte, las autoridades cubanas retenían a 22 periodistas. La actividad informativa de la isla, al igual que en gran parte del mundo, se ha transformado hasta favorecer el surgimiento de una comunidad de 'bloggers' que intenta salvar el control estatal mediante las posibilidades de las nuevas tecnologías, que les permiten también una repercusión internacional.