Generalmente, estos comicios tienen un valor con carácter más bien simbólico y son un muestreo bastante fidedigno que lo puede suceder en las presidenciales, que siempre coinciden un año después. Si esto fuera así, el próximo año los socialistas tendrían altas posibilidades de regresar al Elíseo y desalojar al presidente Nicolás Sarkozy.
Una de las principales preocupaciones de la campaña electoral era el resultado, 11,3% de los votos, que obtendría Marine Le Pen, del Frente Nacional y representante de la ultraderecha francesa. Durante toda la semana algunos ministros de la UMP optaron por pedir el voto para los socialistas de cara a evitar una victoria ultraderechista en aquellos lugares donde no alcanzaron una segunda vuelta. Sin embargo, Nicolás Sarkozy no llamó al voto útil en sus filas ni en sus votantes.
Otro dato importante de esta victoria socialista ha sido la abstención, que ha alcanzado la cifra récord de 54%, algo que se explica por ese carácter simbólico pues son una mera reminiscencia de las jurisdicciones electorales de la Revolución Francesa y, por otra, parte, muestran el hartazgo de los franceses respecto de sus políticos.
Resultados aparte, los dirigentes de las formaciones con victorias en liza han hecho valoraciones dispares. Por su parte, el primer ministro francés, François Fillon valoraba la madrugada del domingo un resultado que esperaban peor. La primera secretaria del PS recordó que han obtenido una victoria que hay que tomar “con humildad y respeto por la alta abstención y los votos cosechados por el Frente Nacional”.
Marine Le Pen, líder del Frente Nacional, consideró la pasada madrugada que se habían “instalado” definitivamente en el panorama político francés.
Queda por resolver quien será el o la representante y aspirante a la presidencia francesa del lado de los socialistas. Sea cual fuere, según las encuestas actuales, vencería a Sarkozy, excepto si se presentea Ségolène Royal, que perdería.