Varias organizaciones ecologistas recordarán el 26 de abril el accidente nuclear de la central ucraniana de Chernóbil cuando se cumplen 25 años del suceso que en la actualidad aún “sigue sin resolverse”, entre otros motivos porque la financiación necesaria, estimada en unos 2.000 millones de euros para construir un nuevo sarcófago, sigue sin llegar, porque la radiactividad no se ha contenido y porque el accidente de Fukushima refresca el “riesgo” de la energía nuclear.
Así, en declaraciones a la agencia Europa Press, el responsable de la campaña nuclear de Ecologistas en Acción, Paco Castejón, ha destacado los dos aspectos que considera “más importantes”, como son la reunión de donantes para Chernóbil celebrada esta semana en Kiev y el aniversario en el contexto del nuevo accidente nuclear de la central de Fukushima Daiichi -calificado preliminarmente con el nivel VII de la Escala Internacional de Sucesos Nucleares, el mismo que en la planta ucraniana- y que sucedió a raíz del tsunami que siguió al terremoto de 9 grados de magnitud en 11 de marzo en Japón.
En este contexto, ha explicado que la comunidad internacional, 25 años después, sigue con “dificultades para conseguir la financiación suficiente para resolver el problema” y ha añadido que el sarcófago que se construyó para contener la radiactividad que sale de la central tiene una fisura de 200 metros cuadrados por los que se escapa la radiactividad y por el que, cuando llueve, se filtra agua contaminada que acaba en el subsuelo. “No hay donantes en estos momentos de crisis. Se necesitan casi 2.000 millones de euros y desde hace 10 años se sabe qué es lo que hay que hacer”, ha criticado.
Además, ha situado en el 25 aniversario de Chernóbil el accidente de Fukushima y a este respecto, ha dicho que entonces se dijo que “esto no iba a volver a pasar”, pero se ha visto que “a pesar de las excepciones y diferencias entre ambos”, como las contenciones primarias, los sistemas redundantes o los de venteo, “la realidad vuelve a sorprender con un hecho poco probable pero que ha pasado”.
A su juicio, de Fukushima se extraerán nuevas enseñanzas sobre la seguridad pero la lección “fundamental” es que “probablemente volverán a suceder eventos similares que nuevamente darán disgustos porque la energía nuclear es insegura”. Por este motivo, ha subrayado que la postura de Ecologistas en Acción es el cierre progresivo de las centrales nucleares en todo el mundo, aunque con calendarios diferentes según el país.
En este sentido, ha comentado que “no es lo mismo” cerrar las plantas atómicas en España, donde aportan un 20 por ciento de la energía al sistema eléctrico, que en Francia (75 por ciento), que en Suiza (40 por ciento). “Hay que ponerse a trabajar en cambiar el modelo energético en el tiempo necesario”, ha apostillado.
Asimismo, ha destacado que los problemas vigentes en el entorno de Chernóbil es que hay un radio de 30 kilómetros inhabitable, con contaminaciones en el suelo y que casi la mitad del suelo de Bielorrusia está contaminado de plutonio mientras la población ingiere alimentos frescos, lo que provoca efectos y aumenta lo riesgos para la salud y el medio ambiente. Igualmente, ha agregado que a Ucrania, como país, Chernóbil le supone un “lastre permanente a nivel sanitario, económico y psicológico” porque, por sí mismo no puede garantizar la seguridad y evitar que siga perdiendo radiactivad.
Por su parte, el portavoz nuclear de Greenpeace, Carlos Bravo, ha advertido de que los efectos tanto de Chernóbil como de Fukushima, se seguirán notando a largo plazo porque el impacto para la salud y el medio ambiente sigue manifestándose.
Además, ha criticado que el Gobierno de Ucrania dejase de realizar, hace dos años, los análisis sobre los alimentos, en una zona en la que viven unos 7 millones de personas, al tiempo que ha recordado que análisis practicados por Greenpeace Internacional han detectado que la contaminación por cesio 137 es generalizada, sobre todo el leche, frutas, verduras y vallas del bosque. Algunos de estos alimentos en algunas poblaciones registran entre 6,3 y 13,6 veces más niveles de los permitidos.
En cuanto al número de afectados, Bravo afirma que numerosos estudios científicos de varios países de la UE, Rusia y ex repúblicas soviéticas cifran las víctimas mortales entre 200.000 y 273.000 personas y vaticinaban una cifra de unos 93.000 cánceres mortales, mientras ha subrayado que en la zona más cercana a Chernóbil viven entre 600.000 y 700.000 personas. Hace 25 años fueron evacuadas un total de 350.000 personas de las que han vuelto unas 100.000, sobre todo ancianos que viven con un “alto” nivel de contaminación.
En relación con la coincidencia de la efeméride con el accidente de Fukushima, ha advertido que tanto entonces como ahora las radiaciones se distribuyen de forma irregular y que unas áreas están muy contaminadas por cesio, otras por plutonio y otras por yodo u otros contaminantes. “Hay zonas fuera de la zona de exclusión que tienen más radiactividad que áreas de dentro en Chernóbil porque 30 kilómetros son un límite meramente administrativo”, ha reflexionado.
Sobre el coste económico de los efectos del accidente de 1986, el portavoz de Greenpeace estima que, de acuerdo a distintos estudios, podría oscilar entre 200.000 y 420.000 (según un informe de la antigua URSS) millones de dólares. En ello, ha precisado que durante los primeros años Bielorrusia llegó a poner el 40 por ciento de su PIB y que en este caso, España se ha comprometido ayer en la reunión de Kiev con 5,7 millones de euros, “mucho menos que con cualquier iniciativa militar disfrazada de acción humanitaria” mientras sigue el riesgo de contaminación.
Aunque los reactores y los precursores de Chernóbil y Fukushima sean diferentes, Bravo considera que la situación y la gravedad de los efectos “es similar” y ha concluido que “lo más importante” es que “cualquier” reactor atómico puede llegar a provocar una salida masiva de radiactividad provocando víctimas a corto, a medio y a largo plazo.
Para conmemorar la efeméride, Castejón ha indicado que Ecologistas en Acción celebrará el martes una jornada en la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid en la que se debatirá la energía nuclear, sus riesgos, sus alternativas y en la que presentarán su propuesta energética para 2020 con una reducción del 20 por ciento de emisiones de CO2 y prescindiendo de la energía nuclear.
Por su parte, Proyecto Equo prevé celebrar dos mesas redondas donde se reflexionará acerca de que durante 25 años se lleva diciendo que era “imposible” un accidente similar y ahora se ha producido otro del mismo nivel en Japón. “Hemos pasado de Fukushima no es Chernóbil a reconocer que este desastre podría superar al de la central ucraniana”, ha expresado la organización.
También Greenpeace y el Centro de Participación e Integración de Inmigrantes (CEPI) Hispano-Ucraniano celebrarán un acto en el que participará Segiy Umanets, que participó en las labores de contención de la fuga radiactiva tras la explosión del reactor y en la sede del CEPI se expondrá la muestra fotográfica “Niños de Chernóbil”.