Milán sentencia a Berlusconi

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A media tarde centenares de personas festejaban en la capital del norte de Italia, Milán, la victoria del centro-izquierda sobre la candidata que Berlusconi, primer ministro, había depositado toda su confianza para mantenerse en el poder. Perder Milán es como un claro abiso de su decadencia. Sus primeras palabras, mientras su ciudad se teñía de globos naranjas, fueron “os arrepentiréis”. Pero la derrota de la derecha en la capital lombarda es una de esas derrotas sin paliativos, de esas derrotas que sólo queda reconocer.

El Pueblo de la Libertad (PDL), que Berlusconi había creado y recreado conforme a las exigencias del guión en cada uno de sus delicados momentos, se despide del poder en Milán tras 18 años de alcaldías. Pero no fue la única que dio la espalda al magnate italiano. A la aplastante victoria de la izquierda en Napolés, también tuvo que digerir la tarde de este aciago para su partido, la derrota en Trieste y Cagliari.

Pocas veces, en décadas, puede decir que un centro-izquierda más o menos organizado recorre como una ola de aires de cambio toda la península italiana, de norte a sur, de este a oeste. Es un duro revés para Berlusconi, para quien este último año los escándalos en los que se ha visto involucrado eran cosas de una justicia empeñada en deshacerse de él a toda costa. Pero, finalmente, son los ciudadanos quienes le han abierto la puerta a marcharse este lunes. Además, Berlusconi había planteado estos comicios como un plebiscito a un gobierno que mantiene por los pelos en un complicado equilibrio con sus aliados en Roma. Él mismo había convertido estas municipales en algo más que unas elecciones con comentarios como que Milán se iba a convertir en “un gitanópolis islámica” o “un Stalingrado de Italia”. Así las cosas, il Cavaliere sólo pudo reconocer en la tarde de ayer que habían “perdido, eso es evidente. No existe otro camino que el de permanecer tranquilos y seguir. La mayoría está cohesionada y determinada a llevar a cabo las reformas”.

Berlusconi explicó que tras conocer los malísimos resultados electorales se había puesto en contacto con su socio de gobierno, Umberto Bossi, líder de la Liga Norte, quien ya le ha mostrado su apoyo. No en vano, los respaldos de sus aliados en el parlamento se sucedieron este lunes. El ministro del Interior y dirigente de la Liga Norte, Roberto Maroni, declaró ayer que el Gobierno italiano “no está en riesgo”. Todo esto a pesar de que Bossi declaró días atrás que “antes el PDL ganaba votos con la Liga, ahora la Liga pierde votos con el PDL”.

En la línea de sus declaraciones habituales, el primer italiano se liberó de toda culpa y declaró que ahora “sólo queda rezar a Dios para que no les pase algo malo”, en referencia a los milaneses. Además, negó que tenga intención alguna de dimitir, en especial tras la petición que le hizo de forma expresa el principal líder de la oposición, el secretario general del Partido Demócrata (PD), Pierluigi Bersani.

Y es que lo sucedido el lunes es síntoma de un hartazgo italiano llevado al extremo. En Milán, la candidato de Berlusconi, Letizia Moratti, quien confiaba en su victoria en segunda vuelta, no pudo con un poco conocido Giuliano Pisapia (PD). Éste se impuso con un 55,1% de los votos frente a un 44,89% de la candidata del PDL. Su discurso integrador, tranquilo y amable ha calado entre la población milanesa, que ha optado por dar una oportunidad al cambio, como afirmaban las personas que se dieron cita en las calles de la capital lombarda para celebrarlo. No en vano, el centro-izquierda se ha hecho con 66 ciudades frente a las 55 que conquistó en 2006.

En Nápoles, si cabe, la victoria ha sido aún más rotunda.

Allí las cosas no fueron mejor para Berlusconi. Su candidato, Gianni Lettieri, se quedó en un 34,62% de los apoyos frente al 65,37% de los sufragios del opositor IDV, el ex juez de Luigi De Magistris.

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