Nájera se rinde a sus vueltas

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Nadie tiene muy claro cuáles son sus orígenes. Unos dicen que son remotos, que enlazan con ritos ancestrales vinculados al embrujo del solsticio de verano. Otros, más prosaicos, dicen que fueron unos titiriteros quienes instauraron la tradición. Algunos que fue un batallón de soldados carlistas. Lo que es seguro es que Nájera, cada 24 de junio, celebra sus tradicionales Vueltas de San Juan, en el marco de las fiestas de San Juan y San Pedro.

Se trata, sin ninguna duda, de una de las tradiciones más queridas en la localidad y, cada año, congrega a miles de locales y foráneos. La cosa, por cierto, tiene su miga. Y su ceremonia. No se trata de liarse a bailar sin más. La jornada arranca, como está mandado, a la vera del río Najerilla, con un almuerzo poco frugal centrado en las chuletillas al sarmiento.

Una vez descontado el condumio, a eso del mediodía, arrancan las vueltas, un peculiar pasacalles bailongo, más o menos estético, más o menos delicado, al ritmo de tonadillas tan populares como pegadizas: “Ha venido un carro lleno de tijeras, a cortar el pico a las picoteras. Ay, Manolé. Ay, Manolé. Ay, Manolé. ¡Qué solito estaba usté!”. Primero se dan vueltas a un kiosco, el del Paseo de San Julián. Más tarde, ya envalentonada la multitud, se emprende el camino hacia la plaza de España vía Calle Mayor.

Y, en estas, los najerinos pasan uno de los días grandes del año con mucho jolgorio, mucho desenfreno y mucha tradición. Lo mejor de todo es que, quien no puede asistir o se quede con ganas de más vueltas tras la jornada sanjuanera, tiene cada año una nueva oportunidad solo unos días más tarde, el 29 de junio concretamente, día de San Pedro.