Los menores duermen peor y se alteran su rendimiento intelectual y el funcionamiento correcto de su aparato urinario. La solución es pasar por la consulta del médico. Sin embargo, el 75 por ciento de los pediatras intuye que los padres están convencidos de que acabarán resolviendo el problema por sus propios medios y evitan la cuestión.
Los niños que mojan la cama por la noche sufren un trastorno conocido como enuresis nocturna primaria (ENP). No es un simple inconveniente doméstico. La enuresis va acompañada de importantes efectos negativos en la calidad del descanso, el rendimiento intelectual y el funcionamiento del aparato urinario. Lo confirman varios estudios que acaba de dar a conocer la Sociedad Internacional de Continencia en Niños (ICCS, por sus siglas en inglés) durante un encuentro científico en Hong Kong. La investigación demuestra que con un adecuado tratamiento estos síntomas pueden mejorar notablemente. Por tanto, es preocupante que casi la mitad de los padres ignoren el problema o esperen que desaparezca por sí solo con el tiempo.
Durante un periodo de nueve años, se han realizado tres estudios con 264 niños. Los trabajos comparan a niños que mojaban la cama por la noche (o 'enuréticos') con niños que no lo hacían (o 'no enuréticos').
Aunque suele pensarse que la enuresis se produce porque el niño duerme profundamente, las conclusiones de estas investigaciones han venido a probar lo contrario. Los niños con enuresis tienen una calidad de sueño inferior, presentan una menor duración de las fases de sueño profundo y pasan mayor tiempo en fases de sueño ligero. Además, su sueño se interrumpe, y por ese motivo les cuesta más despertarse por las mañanas. Los análisis han demostrado que los menores con enuresis tienen una función cerebral deteriorada, un menor rendimiento intelectual en los apartados de memoria, atención y capacidad de aprender.
Por otra parte, la capacidad de su vejiga esta generalmente reducida de manera significativa (el 44 % de la capacidad estimada para su edad).
La buena noticia es que, de acuerdo con los expertos, todas las funciones vuelven a los parámetros normales aplicando tratamiento. El plazo de recuperación es de sólo seis meses, indican los investigadores.
Para Chung Kwong Yeung, director general de la ICCS y coordinador de los trabajos, “estos estudios aportan un cambio de orientación en el estudio de la enuresis; ahora sabemos que existe una conexión entre la vejiga y el cerebro”. Sin embargo, “lo más importante –indica- es que, todas estas afecciones se pueden corregir y mejorar con un correcto diagnóstico y un tratamiento adecuado. Ambos aumentarán notablemente el bienestar de los niños enuréticos”.
Soluciones
Lo cierto es que la enuresis es una enfermedad que puede ser tratada de forma eficaz y permanente.
Varias sociedades científicas españolas han colaborado en la elaboración de un libro blanco sobre la enfermedad, que acaba de darse a conocer. El documento recomienda incluir la enuresis en los programas de salud infantil que se manejan en las consultas de Atención Primaria para que el diagnóstico se establezca lo antes posible. El pediatra debería preguntar a los padres si el niño controla los esfínteres por la noche como parte del reconocimiento médico habitual.
El tratamiento incluye terapias de conducta (de tipo educativo) y fármacos cuando indique el médico. El 95 por ciento de los pediatras considera que la combinación de ambas estrategias constituye la elección con más probabilidades de éxito.
Entre las medidas conductuales se encuentra la “terapia motivacional” (tranquilizar al niño y hacerle ver que a otros les sucede lo mismo). Hacer que los chavales se sientan culpables es un error. También hay dispositivos de alarma que despiertan al niño durante la noche para que vaya al baño, ejercicios de entrenamiento y las modificaciones en el estilo de vida. El tratamiento farmacológico mejor valorado por los especialistas es la desmopresina, un medicamento reduce la producción de orina y permite a los niños descansar durante la noche sin necesidad de levantarse.
Adultos
En Europa existen a fecha de hoy más de cinco millones de niños que padecen enuresis. Según la proyección de los expertos de Hong Kong, el 2,5 por ciento de ellos llegará a la vida adulta con el mismo problema (la estimación de los especialistas españoles es algo más baja: entre el 1 y el 2 por ciento).
En ese grupo de pacientes, más de la mitad experimenta fugas de orina tres veces por semana o más.