“No es lógico que un adolescente estudie con el móvil encima de la mesa”

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Todos, o casi todos, los adolescentes están enganchados al móvil. Leen los mensajes de Whatsapp, juegan, repasan su último storie en Instagram... El problema es cuando este comportamiento se convierte en adicción. No es fácil determinar cuándo estamos ante un adicto, pero hay signos claros: si el adolescente pierde el control sobre su conducta y no puede dejar de mirar el móvil, entonces tiene un problema. “No es lógico estudiar con el móvil encima de la mesa”, explica José Luis Rabadán, de ARAD, la Asociación Riojana para la Atención a Personas con Problemas de Drogas.

Los datos publicados por RTVE hablan de un crecimiento de un 300% en España las terapias por adicción al móvil y de que España es el país de la Unión Europea con más adictos. Rabadán no quiere ser alarmista, asegura que estamos a niveles europeos, pero reconoce el aumento de usuarios en los últimos años con este tipo de 'enganche'.

“Casos puros, de alguien que exclusivamente era adicto al móvil, sólo hemos tenido el de una chica de 17 años, pero sí que tenemos diez personas que han venido con otra adicción y hemos descubierto que también estaban enganchadas al teléfono”, detalla.

Pasaba 17 horas al día enganchada al móvil

Así, si el adolescente no puede dejar de mirar el móvil constantemente, incluso sabiendo que es perjudicial, estaríamos hablando de una adicción y más cuando deja de hacer los deberes u otras tareas por echar un vistazo al teléfono.

Estos adictos son, sobre todo, jóvenes, y es un reto para los padres intentar controlarlos: “Cuesta explicar a los padres cómo controlarles, porque no saben lo que son las redes sociales y no están acostumbrados a usarlas. Tienen que empezar a interesarse”.

Otra de las características que diferencia a esta adicción de otras es que el tratamiento tiene que ser, a la fuerza, diferente. “No le puedes decir a un adicto al móvil que ya no va a poder usar el teléfono nunca más, como a un alcohólico y a un drogadicto. Lo que hacemos es establecer un periodo de restricción absoluta durante unos dos meses y luego ya reeducar la conducta para que utilice las nuevas tecnologías de forma controlada”.

Rabadán cree que la prevención y la recuperación de estos chavales es cosa de todos. Por ello, pide que las Administraciones controlen más determinados juegos como Fortnite, donde también existe la posibilidad de gastar dinero y ya se han dado casos de adictos que “han dejado un gran agujero en las tarjetas de sus padres”.