Los detalles marcan. En un partido de fútbol se puede estar brillante durante muchos minutos, cometer un error e irte a casa con el recado. La Unión Deportiva Logroñés es especialista en fallar de manera puntual, verse lastrado y no sumar. En las instalaciones de Mareo lo volvió a hacer. Una más. Sergio Rodríguez avisaba, unas semanas atrás, que al equipo le faltaba contundencia en las áreas. Pues el partido vivido en la matinal de este domingo fue una muestra más. Se desperdician tres ocasiones muy claras, hay un despiste en una acción a balón parado que supone el 1-0 y luego no hay capacidad para empatar. Imposible.
Así es muy complicado escalar posiciones en la tabla y poder competir ante rivales que están arriba por méritos propios, porque son más efectivos y no tienen esos fallos inauditos en un conjunto que ansía meterse en la fase de ascenso. El otro día fue ante el líder Mirandés, en esta ocasión contra el Sporting B, un filial que libró en los primeros 6 minutos, aprovechó su oportunidad y dejó hacer a un adversario incapaz de generar ocasiones. Así lleva 22 de los 24 puntos posibles en su campo. Por su parte, los riojanos encadenan dos derrotas y ven que la cuarta plaza se pone más cara por deméritos propios en vez de por aciertos de los oponentes, que están encantados de medirse a una UDL muy permisiva en su área.
Es normal el hartazgo de la afición. Se reclaman victorias a los suyos, no quiere debatir filosofales sobre el juego... desea cantar goles, celebrar triunfos e ilusionarse con acompañar a su equipo todos los domingos. La teoría es sencilla, el problema radica en la práctica. Esta UDL no aprende de sus errores. Insiste en asomarse al precipicio casi todas las jornadas. En dar más a sus adversarios de lo que merecen. Se vendió que las espadas iban a solucionar los males, pero eso tampoco sucede porque el bloque logroñés está demostrando que no tiene capacidad de reacción, sólo se ha ganado un partido tras ir por debajo en el marcador -victoria 3-1 ante Osasuna B en Las Gaunas- y que la falta de concentración, por momentos, origina goles en contra, una situación tan grave que vale los partidos.
Para variar, hubo novedades en el once. Pequeñas modificaciones. Misma defensa que en Urbieta, donde se ganó 0-1 al Gernika, es decir, con Sotillos y Miguel Santos en los costados, mientras que Caneda y Ramiro eran los responsables del eje de la zaga. Arnedo partía desde el banquillo, mientras que Muneta seguía en el perfil diestro del ataque. En la medular, César Remón y Salvador eran los canalizadores del juego y Ñoño el puñal por la izquierda. Marcos André relevaba a Iván Aguilar como ariete, dejando a Rayco con plena libertad.
Durante los primeros instantes, la UDL fue mejor. Sorprendió al filial rojiblanco con tres buenas oportunidades para haber desequilibrado el marcador. Una situación que no es nueva. Miguel Santos enganchó un zapatazo en la primera jugada del partido y Dani Martín tuvo que esforzarse para evitar que la pelota se colara por la escuadra. Insistía el conjunto riojano, que lucía la segunda equipación azul. Lo hizo en un saque de esquina. Ramiro remataba y Cordero, que se encontró el cuero, puso la cabeza como pudo y el esférico impactó en el poste. Los logroñeses volvían a la carga aprovechando los desajustes defensivos de los locales cuando Rayco se presentó ante Dani Martín. Llegó forzado y sólo le faltó la posibilidad de chutar.
Es decir, en seis minutos tres buenas ocasiones para haber marcado. El duelo pintaba bien porque Salvador estaba cómodo, igual que Rayco, que hacía y deshacía. Con lo que no contaba la UDL fue con un nuevo despiste defensivo en la primera llegada del Sporting B. Córner, remate de Claudio al larguero y Víctor Díaz, en el segundo palo, remachaba al fondo de la red sin oposición. El sino de un conjunto lastrado por su endeblez en el área propia. Con el marcador en contra, la dinámica del choque no varió en absoluto. Dominio total de los visitantes que debía remar contracorriente. Salvador, como reacción al tanto encajado, buscó el empate con un tiro desde la frontal que se marchó rozando el poste.
El cuadro rojiblanco cedía metros, se dejaba querer. No le hacía falta más. Estaba más o menos cómodo porque su rival no era lo suficientemente profundo como para que Dani Martín estuviera agobiado. La UDL lo intentaba con su habitual destreza, moviendo el balón de un lado a otro, pero sin chispa y magia a partir de las tres cuartas partes del campo. Muneta, no muy fino, no se escondía -lo cual no se le puede reprochar-, Rayco y Ñoño necesitan espacios para estar en su salsa, Marcos André trabajaba, pero sin premio en ataque... Los riesgos estaban a la espalda de la defensa riojana, como se pudo apreciar en los minutos finales del primer tiempo cuando los anfitriones lanzaron varias transiciones en igualdad numérica que no cuajaron.
En la segunda mitad, el Sporting B no quiso que el monólogo de los 45 minutos anteriores se repitiera. Por ello, los de José Alberto salieron con otra actitud, más ambiciosa, casi en aras de buscar la sentencia que de especular y salir a la contra. Se acusó en que el lateral derecho, Ramón Riego, irrumpió con fuerza hasta el punto de que los locales sacaron dos córners en los primeros compases tras la reanudación. La UDL se mostraba más imprecisa e inconexa. Marcos André y Ñoño seguían sin participar, mientras que Rayco hacía muchos minutos que no entraba en acción.
Sergio Rodríguez hacía un doble cambio con 25 minutos por delante. Espina e Iván Aguilar entraban en juego por Muneta y Ñoño. Parecía que los logroñeses habían espabilado porque antes de las sustituciones, Marcos André tuvo un remate de cabeza que cogió manso Dani Martín. Se intuía otro escenario, similar al de la primera parte, con una UDL más volcada que obligaba al filial a estar más pendiente de defender que de otras cosas.
Aun con todo, Dani Martín vivía tranquilo. Los riojanos apelaban más casi al corazón, a acciones puntuales que animaran a creer en el empate que a un juego brillante. Las ocasiones seguían sin aparecer y la desesperación era evidente. Ramón Riego despejaba sobre la línea una falta directa de Espina. Daba la impresión de que una jugada puntual podía recuperar el crédito de los logroñeses, que entraban en la recta final del encuentro con esperanzas de lograr un gol que remediara el fallo puntual del tanto encajado. Nada de nada. Ni siquiera ese uy que ayuda a que el aficionado esté contento con el esfuerzo y desgaste realizado por los suyos. Segunda derrota seguida ante orto rival asentado entre los mejores y que saca ya 11 puntos a los riojanos. Y el domingo, llega el Racing de Santander a Las Gaunas.
FICHA TÉCNICA
Sporting de Gijón B: Dani Martín; Ramón Riego, Juan Rodríguez, Víctor Ruiz, Cordero; Cristian, Pedro Díaz (Berto González, min. 81); Isma Cerro (Pablo Fernández, min. 71), Cayarga, Traver; y Claudio (Sanabria, min. 91).
UD Logroñés: Miguel; Sotillos, Caneda, Ramiro, Miguel Santos; Muneta (Iván Aguilar, min. 65), César Remón (Arnedo, min. 75), Salvador, Ñoño (Espina, min. 65); Rayco y Marcos André .
Gol: 1-0, min. 10: Víctor Ruiz.
Árbitro: Rezola Etxeberria (Comité Vasco). Sin amonestaciones.