Pasión por la arqueología

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Parte de sus vacaciones las ha destinado buscando las huellas de San Millán en la zona de Parpalinas durante el siglo VI, en el campo de trabajo “Recuperación y estudio del patrimonio arqueológico en el yacimiento de Parpalinas (Valle de Ocón)”, Diego Marraco es un joven riojano, licenciado en Humanidades por la Universidad de La Rioja, a quien como a tantos otros le apasiona la historia y sobre todo la arqueología, cada búsqueda y rescate con éxito de alguna pieza histórica, le provoca un placer especial, y más si es en su tierra La Rioja, “una comunidad rica en yacimientos históricos que todavía están por descubrir”, apunta.

Esta curiosidad le lleva a disfrutar cuando tiene ocasión de estas excavaciones arqueológicas “ya he estado en Lumbreras en un castro visigodo (fortaleza) y en un puente en Piqueras” y por quinto año consecutivo de ésta en el valle de Ocón de dos semanas de duración y que finalizó el pasado día 23, “me encanta y este sitio merece la pena, es una muy buena oportunidad de tomar contacto, y no me canso de venir”, explica todavía ensimismado, una experiencia que ha disfrutado junto con otros 14 compañeros, “riojanos y de otras comunidades como Cádiz, Murcia, Valencia y Alcalá de Henares, gente experimentada y nobeles y de distintas formaciones, como arquitectura, historia del arte incluso un técnico de sonido, lo que importa es que a todos nos unía la afición y la curiosidad por la arqueología, la convivencia fue estupenda”

Este campo de trabajo se planteó como objetivo contrastar la veracidad histórica de la información aportada por San Braulio sobre la vida de San Millán. También se trata de conocer en detalle el tiempo real en el que vivió el santo anacoreta y rescatar un patrimonio histórico que puede contribuir, mediante su puesta en valor, a la dinamización del medio rural, según detalló la Universidad de La Rioja (UR), en su presentación.

El enclave de Parpalinas fue visitado hacia mediados del siglo VI por San Millán de la Cogolla, tal como testimonia en el siglo VII el obispo Braulio de Zaragoza al escribir la vida del santo eremita. San Millán, en Parpalinas, realizó un exorcismo en la casa del senador Honorio, quien desde ese momento se convirtió en un protector del cenobio emilianense.

Así que la labor de este grupo consistió en hacer excavaciones en este “yacimiento pequeño donde hubo una villa romana de final del Imperio Romano (siglos IV o V), que se incendió posteriormente, era una mansión de la época perteneciente a un senador y aglutinaba muchas estancias como bodegas, un lagar, trujal e incluso una iglesia”, explica Diego. Estas labores siempre dirigidas por el catedrático de Historia Antigua de la UR, Urbano Espinosa, y Fernando Lorente, arqueólogo, “quienes dirigieron las catas, catalogación de las piezas..etc”.

Profundizando en el trabajo sobre el terreno, como otras disciplinas tiene su técnica y sus formas de actuación “nuestras herramientas son un pico y una pala, primero se divide el terreno a explorar en cuadrículas porque está todo topografiado para saber la ubicación exacta de lo que se halle así como la profundidad, que se mide en unidades estratigráficas (U.E), de esta manera se logra la información exacta y su posición”. Y cuando se encuentra algún resto continúa el proceso “se hallan utensilios de casa, agujas, fíbulas (broches romanos), monedas, cerámicas, restos de estuco, que se limpian, se recomponen algunas piezas como las vasijas, huesos... y finalmente se catalogan y se le asigna una numeración, un código propio”.

Estas tareas de campo se desarrollaron por las mañanas y “las tardes se dedicaban a la realización de inventario y clasificación, excursiones a San Millán, Calahorra o La Rioja Tierra Abierta en Alfaro, así como al aprendizaje con un curso de Gestión y difusión del patrimonio cultural

“este año especialmente enfocado en La Rioja”.

Uno de los objetivos propone recuperar un importante legado patrimonial y, así, contribuir al desarrollo de las áreas rurales mediante el incalculable valor de ese patrimonio histórico-artístico al que “debería de tenérsele mucho respeto y fomentar estas excavaciones para su conservación, el problema que a veces los presupuestos son escasos, y sí que me gustaría se invirtiera más en ello porque somos muchos los aficionados o expertos en arqueología”.

Pero lo que mejor se llevan los participantes es el aprendizaje personal y técnico para participar en proyectos de puesta en valor de estas joyas. Es un buen punto de partida para adquirir una buena base teórico- práctica, 'in situ' y con grandes expertos en la materia y Diego lo sabe y su mente... vuela “me encantaría poder vivir de la arqueología, pero es difícil, de momento es uno de mis ‘hobbies’ preferidos, si puedo al año que viene volveré a venir”, vaticina.