Así lo ha revelado un estudio de la Universidad de Chicago (Estados Unidos), publicado en la Journal of Consumer Research, en el que se ha demostrado que este tipo de imágenes hace que la gente se convierta en consumista de todo tipo de alimentos ante el sentimiento de que su vida se va a acabar.
Los responsables del estudio examinaron la conducta de una serie de individuos tanto en Europa como en Estados Unidos a los que se les solicitó que escribieran cómo se sentían después de pensar en la muerte. Acto seguido, debían elaborar una lista de la compra de verduras y comer galletas que les proporcionaban, de forma que comprobaron que comieron más cantidad e hicieron una lista mayor aquellos que habían pensado en su propia muerte.
La explicación a este comportamiento que encontraron los autores del estudio fue que “la gente quiere consumir más todo tipo de comidas, tanto saludables como no, cuando piensan en la idea de que algún día van a morir”.
Asimismo, comprobaron que las personas con menor autoestima eran más propensas a consumir más después de este tipo de pensamientos. En este sentido, Dirk Smeesters, de la Universidad de Rotterdam (Países Bajos) indicó en una información de la Universidad de Chicago, recogida por otr/press, que “cuando la gente se da cuenta de su inevitable mortalidad, se sienten incómodos con lo que han hecho con su vida y si han supuesto una importante marca en el universo”, por lo que la forma de escapar de esa mala sensación es comiendo.
En la misma línea, también comprobaron que los participantes en el estudio veían influida su sensación de hambre si tenían un espejo delante, especialmente aquellos con la autoestima baja.