Xinjiang se está convirtiendo en el escenario de un fuerte conflicto étnico que ha puesto en alerta al propio gobierno chino, quien ayer advertía que los responsables de estos enfrentamientos serán castigados con pena de muerte. Desde el pasado domingo los ciudadanos de esta región viven pendientes de las revueltas que están enfrentando a ciudadanos de la etnia han con los de la etnia uigur.
La preocupación de los habitantes de la ciudad de Urumqi ha crecido aún más cuando han visto que miles de chinos colmaban las calles armados con palos y cuchillos pidiendo ser desagraviados. Un profesor retirado natural de Shangai, Shi Guanzheng, aseguró temer por el futuro incierto de la zona a pesar de la destacada presencia de las fuerzas de seguridad que buscan contener la espiral de violencia.
El antiguo profesor es de los pocos que se atreven a culpar directamente al gobierno chino por lo ocurrido, ya que según Shi, tendría que haber sofocado con mayor rapidez las protestas del martes protagonizadas por ciudadanos han, la etnia mayoritaria en China, cuando salieron a las calles de Urumqi exigiendo venganza. “Eso nunca tenía que haber ocurrido. Debería haber sido cortado de raíz. Los asesinatos de personas inocentes nunca son justificados, pero ahora ambas partes están tan afectadas que las repercusiones durarán un tiempo”, declaró Shi.
“Estoy asustado de lo que ocurra cuando la [fuerza paramilitar de la] Policía Armada del Pueblo abandone el lugar. No me preocupa lo que pase mañana o el día siguiente. Lo que me preocupa es lo que ocurra el mes próximo. ¿Qué pasará entonces?”, agregó.
Por otro lado, el toque de queda impuesto por las autoridades chinas en toda la región de Xinjiang continúa vigente. Esta región durante mucho tiempo ha sido un foco de tensión étnica fomentado por una brecha económica entre uigures y chinos han, así como por el control del Gobierno a la religión y la cultura en las ciudades claves de la región, incluyendo Urumqi.
Sin embargo, el gobierno chino continúa señalando a los separatistas del Congreso Mundial Uigur (WUC) y a su líder, Rebiya Kadeer, como los instigadores de las revueltas.
La activista Kadeer desmiente estas acusaciones y afirma que en su opinión el número de fallecidos en las manifestaciones es mayor que el aportado por las autoridades del país. “Espero que se restaure el orden y cese la violencia por ambas partes”, dijo. “Las autoridades chinas han afirmado que castigarán duramente a los responsables de los disturbios, pero ese comportamiento sólo generará una escalada de violencia en la región”, lamentó Kadeer, desde Estados Unidos, donde reside en la actualidad.