La Plataforma Feminista de Madres por la Ampliación de los Permisos Transferibles (PETRA) se opone “frontalmente” a una ley que regule las prestaciones de maternidad y paternidad que no recojan una serie de exigencias sociales que consideran “imprescindibles”. De hecho, esta Platamforma ha comenzado una recogida de firmas a través de la plataforma Change.org.
Y es que como asegura la psicóloga y madre Laura Perales a Rioja2, “afortunadamente surgen iniciativas como la de esta Plataforma Feminista de Madres por la Ampliación de los Permisos Transferibles (PETRA), que sí tiene en cuenta la biología, la libre elección de las mujeres, el feminismo que sí nos representa a todas y propone un análisis riguroso del asunto, así cómo la ampliación y transferibilidad de estos permisos para que cada familia pueda organizarse según sus necesidades y deseos, mientras el foco se pone en las empresas”. Para ello ya llevan más de 5.000 firmas.
Así, y entre estos imprescindibles, PETRA exige una ampliación de los permisos parentales que garanticen el derecho a la lactancia materna y la transferibilidad del grueso de los permisos inferiores a un año.
Y todo esto, explican, porque España está a la cola de Europa en tiempo de licencia remunerada disponible para las madres. “Las míseras 16 semanas con que cuenta la madre, no permiten practicar los 6 meses de lactancia exclusiva que recomienda la Sociedad Española de Pediatría y la OMS -que también recomienda una lactancia complementaria de hasta los dos años o más-, ni tampoco conceden a la madre y al bebé el tiempo necesario para que puedan establecer con tranquilidad un vínculo que es básico para la vida y la crianza humana tal y como apunta la evidencia científica en el campo de la neurobiología del apego.”
En este sentido, añaden que la proposición de ley planteada por Unidos Podemos que aboga por la intransferibilidad de los permisos “no permite la ampliación de la baja materna, y la obligatoriedad para las madres de incorporarse a su puesto laboral a las 16 semanas impide una lactancia o un maternaje en condiciones”. Porque, en la práctica, “una reincorporación a la vida laboral tan temprana supone, cuando hay lactancia materna, la casi segura interrupción de la misma debido al estrés y falta de contacto regular con el bebé”.
Por estas razones desde PETRA reivindican el “derecho a ejercer la lactancia materna y a maternar en condiciones en condiciones óptimas como derecho feminista y la posibilidad de la transferibilidad de los permisos parentales, para permitir que cada familia se organice en libertad y como considere más conveniente, de manera que las madres puedan elegir el modo en que deciden maternar”.
¿Qué pasa en Europa?
Las licencias parentales remuneradas en Europa alcanzan en Suecia los 16 meses, en Noruega, Finlandia y Alemania los 14 meses, en Dinamarca los 12 y en Reino Unido los 9. Y en todos estos países, añaden, “la mayor parte de la licencia remunerada es transferible; de modo que las madres suecas pueden disponer, si así lo desean, de 13 meses remunerados de crianza; las noruegas, finlandesas, danesas, alemanas, austriacas, eslovacas y checas de 12 meses; las francesas de 10 y las británicas de 9”.
La implementación de unos PII como los contemplados en la proposición de ley que Unidos Podemos presentó al Parlamento, “efectivamente otorgaría a los varones españoles el privilegio de tener los permisos paternos intransferibles y remunerados al 100% más largos de Europa: 4 meses frente a los 3 de Suecia e Islandia, y los 2 de Noruega, Finlandia y Alemania; mientras que las madres españolas, que con los PII no verían ampliada su baja en un solo día, seguirían siendo junto con las maltesas, las madres europeas con menos tiempo disponible de licencia remunerada”. Incluso Islandia, “una isla con una población como la de Córdoba, y paladín de la igualdad entendida como igualitarismo tiene 3 meses transferibles”.
Y, en este sentido, explica PETRA, es importante tener en cuenta la experiencia de los países que hace ya muchos años diseñaron sus sistemas de permisos parentales: cuando en Suecia y Noruega se implementaron cuotas paternas intransferibles allá en los 90, las familias ya disponían desde hacía mucho tiempo de 12 meses de licencia remunerada completamente transferible para la crianza. Aun hoy las mamás suecas siguen consumiendo al menos el 75 % de la licencia remunerada. Y en Noruega, en 2014 se decidió reducir la cuota paterna intransferible de 14 a 10 semanas aumentando el periodo transferible, debido al escaso uso que los padres hacían de ella; y en Dinamarca, la cuota paterna tuvo una corta existencia, y fue erradicada en 2002.
En todos estos países las familias organizan la mayor parte el tiempo de licencia remunerada como quieren, igual que se organizan para el resto del tiempo de crianza que no está remunerado. Sin cuotas obligatorias por ley. “Nosotras abogamos firmemente por una sociedad más cuidadora en general, más sensible a las necesidades de las personas dependientes, en la que los trabajos de cuidado no sean invisibilizados, sean puestos en valor y remunerados, pero que nunca deben ser impuestos bajo el paradigma de la obligatoriedad, pues entendemos que cuidar como obligación encierra una contradicción en sí misma”.
Y además, consideran que se debería aplicar el concepto de “equidad y entender la igualdad como justicia en la diferencia no aplicando criterios idénticos antes situaciones diferentes, que en muchos casos acaba llevando a situaciones injustas. Se ha de respetar las diferencias inherentes a la fisiología del parto, postparto y lactancia”.
Además, el proyecto de ley establece una discriminación de base para los bebés que se crían en familias que no encajan en el modelo de familia nuclear biparental. Y es que, las familias monoparentales -que constituyen entre el 20 y el 25% de las familias con menores- solo disfrutarán de 16 semanas para cuidados remunerados, por lo que “consideramos que no se está respetando un principio básico de igualdad y el proyecto de ley falla en la protección de las criaturas y las madres allí donde más necesaria es esa protección”.
Bajas de maternidad dignas, una reivindicación feminista
Las bajas de maternidad dignas, asevera PETRA, “debe ser una reivindicación feminista”. Porque “tan feminista es reivindicar el derecho al aborto como el derecho a una lactancia y un maternaje en condiciones. Y además esto no debería ser solo una reivindicación del feminismo sino que debería estar ubicado en el sentido común que pone en el centro la vida por encima de los imperativos neoliberales y del mercado”.
Por todo ello, concluyen, “creeemos que es un error pensar en los permisos parentales como herramientas para frenar la discriminación hacia las mujeres en el mercado laboral”. El peso de la discriminación, argumenta PETRA, “no puede recaer sobre las madres y bebés. Las políticas públicas deben velar porque el peso de la discriminación recaiga sobre la sociedad y las empresas que ejercen la discriminación y el machismo”. Por lo que “hacer política feminista debería ser encontrar las fórmulas legales no para que nos adaptemos nosotras a las exigencias del mercado sino para que el mercado laboral se vaya adaptando y vaya encajando la crianza humana y sus necesidades”.
Hace unos días se votó en el congreso una proposición de ley consistente en la equiparación e intransferibilidad de permisos de maternidad y paternidad , supuestamente en aras de la igualdad y para favorecer la situación laboral de las mujeres. Digo supuestamente porque la medida no tiene absolutamente nada que ver con la igualdad que se podría haber buscado en otros múltiples aspectos, sin ir más lejos la diferencia salarial por sexos. Es curioso como el inconsciente colectivo presente desde hace siglos, desde que lo matrifocal fue arrasado por el patriarcado, siempre se centra en romper con lo biológico, en lo que inevitablemente somos diferentes (los hombres ni gestan, ni paren, ni amamantan). En usurpar. En romper con todo lo que tenga que ver con la maternidad y el vínculo entre una madre y su criatura, mientras no se mueve un dedo por acabar con las verdaderas injusticias, creadas por lo cultural y la ideología de género. En palabras de Patricia Merino, autora del libro “Maternidad, Igualdad y Fraternidad. Las madres como sujeto político en las sociedades poslaborales”: “que la tramitación a ley de los permisos iguales e intransferibles haya sido aprobada por unanimidad total por todos los partidos del parlamento es la prueba de que no es una medida con visos de cambiar nada fundamental, y desde luego no es en absoluto antipatriarcal ni anticapitalista”. Es más curioso aun que nos presenten esto como un avance igualitario, metiendonos tamaño gol a las mujeres y a las criaturas que formaran el mundo del mañana, diciendonos que la medida es feminista cuando se trata de otorgar un privilegio masculino.
No, esta medida no es feminista por mucho que nos quieran convencer de ello, porque es más, cierra la puerta a la absolutamente necesaria ampliación de la baja por maternidad, que de ser ampliada ya no sería “igualitaria”. Llevamos años pidiendo esta ampliación, en un país con una baja por maternidad vergonzosa si comparamos con otros países de Europa. Y no es por gusto, se trata de una necesidad. Es la madre, que no el padre, la que necesita recuperarse del embarazo, del parto, del puerperio, la que, en los casos en los que hay lactancia materna, establece la lactancia con el bebé. Nuestra baja por maternidad ni siquiera cubre el mínimo de meses que la OMS recomienda para la lactancia materna exclusiva. El feminismo debe representar a todas las mujeres, incluyendo a las madres (y a las familias monomarentales o con otras realidades). Lo que ni por asomo es feminismo es que le demos la vuelta a la tortilla y mientras que en la generación anterior la mujer estaba tristemente relegada al hogar y la crianza, ahora obliguemos a las mujeres a trabajar fuera de casa, sin valorar en absoluto los cuidados y vendiendo como liberación la producción capitalista, esclavizadas pero encima dando gracias por ello. No, feminismo es que las mujeres puedan elegir. Que quien desee maternar o lactar pueda hacerlo (y quien no, también). Lo que sin duda no es feminismo ni es liberador es vendernos como tal lo de siempre: la invisibilización y criminalización de la maternidad. El bebé no es el que esclaviza, sino la sociedad enferma en la que vivimos, entre otras cosas porque aisla y culpabiliza a las madres.
Dice Pedro Sánchez, sin despeinarse y dando a ver ese inconsciente colectivo que desea invisibilizar la maternidad, que “la maternidad no puede seguir siendo un obstáculo”. Pero es que el obstáculo no es este, sino las empresas. Es en las políticas empresariales donde tendríamos que poner el foco. Porque además la realidad es que las madres que si desean maternar viven estresadas desde el embarazo pensando qué va a pasar con sus bebés cuando ellas tengan que reincorporarse. Que una vez de vuelta, acaban en el baño sacándose leche rebosando oxitocina y prolactina, sin haberse recuperado aun del coktel de neurohormonas que supone gestar y parir. Que el bebé, que no entiende de políticas e ideologías, va a ver afectado el tipo de apego que esté construyendo (y por tanto su salud mental ¿dónde están los derechos del bebé en esta ecuación?), porque no, para el bebé no es lo mismo la madre que el padre, haya lactancia materna o no. Necesita permanecer junto a quien le ha gestado, que cara a su desarrollo sigue formando parte de su cuerpo al menos durante 9 meses más (periodo de exterogestación), de ello depende su desarrollo cerebral y sensorial que condicionará toda su vida, aspecto ampliamente demostrado por montañas de evidencia científica. La biología es lo que tiene, está por encima de las opiniones. Que si bien existen padres (cuando los hay) corresponsables, por supuesto que si, los datos nos indican que la mayoría no se implican. Y que no es la ampliación de la baja por paternidad lo que hace que se impliquen o no, como demuestran estudios como el de Versantvoort (el aumento de la baja parental incrementa el tiempo dedicado por las mujeres al cuidado de los niños y a las tareas domésticas, sin efecto en los hombres) o el de Hosking, Whitehouse y Baxter (los padres que interrumpieron su trabajo durante 4 semanas o más no dedicaron más tiempo al cuidado de sus hijos que quienes tomaron permisos más cortos o no los utilizaron). Hasta que no trabajemos en un cambio de mentalidad, por mucho que ampliemos permisos seguirán siendo pocos los padres que realmente les den el uso debido, seguirán siendo las madres las que cargan con todo, además, obligadas al trabajo externo.
Además, no pensemos que en los pocos pero existentes casos de corresponsabilidad el padre (reitero, si lo hay) va a estar ahí para poder cuidar de la madre y que lo biológico pueda darse, la diada madre-bebé. Lo que se propone es bajar de las cuatro semanas de las que el padre dispone actualmente tras el nacimiento a dos, siendo las catorce restantes (12 de ellas correspondientes a la ampliación) siempre tras la baja de la madre, equiparando roles y pasando de nuevo por encima de la biología, que es así de caprichosa, pero realidad tangible. Es más, según la propuesta de Podemos, esta segunda parte de la baja constaría de cuatro semanas obligatorias y diez optativas, con lo que se puede fácilmente deducir que el escenario habitual va a consistir en que muchos padres van a renunciar a esas diez últimas semanas en aras de lo laboral, mientras muchas madres que si desean maternar seguirán pidiendo excedencias para poder cuidar de sus hijos, porque esa es otra, los espacios de conciliación son inexistentes y al final, por mucho que esta ley salga adelante, van a ser ellas las que sigan teniendo que elegir y serán perjudicadas por las políticas de empresa. Y no, conciliar no es que haya guarderías desde los cero meses como también propone Podemos. Conciliar es poder estar con tu familia mientras si lo deseas sigues desarrollando tu profesión, no aparcar a tus hijos.
Afortunadamente surgen iniciativas como la de la Plataforma Feminista de Madres por la Ampliación de los PErmisos TRAnsferibles (PETRA), que si tiene en cuenta la biología, la libre elección de las mujeres, el feminismo que si nos representa a todas y propone un análisis riguroso del asunto, así cómo la ampliación y transferibilidad de estos permisos para que cada familia pueda organizarse según sus necesidades y deseos, mientras el foco se pone en las empresas. Se puede firmar la petición y leer sus reivindicaciones, cosa que recomiendo a todo el mundo, a través de este enlace:
Es posible hacerlo de otro modo, al igual que muchos paises en Europa que cosechan excelentes resultados en todos los sentidos. Vamos a hacerlo bien, nos jugamos demasiado.
Laura Perales Bermejo. Psicóloga y madre. www.crianzaautorregulada.com