Rousseff pierde popularidad pero mantiene el liderazgo
El último debate celebrado en Brasil entre los candidatos a la presidencia (el penúltimo antes de las elecciones del 3 de octubre) ha estado marcado por las acusaciones relacionadas con la corrupción dirigidas a Dilma Rousseff, la candidata del Partido de los Trabajadores (PT) y favorita en las encuestas. El debate tiene lugar sólo diez días después de que la ministra de la Casa Civil Brasileña y ex asesora de Rousseff, Erenice Guerra, renunciara a su cargo por las acusaciones sobre tráfico de influencias que pesaban sobre ella.
Rousseff insistió, en el debate de ayer, en la importancia de investigar “de forma rigurosa” todas las acusaciones sobre corrupción que se realicen, ya que “nadie está por encima de ninguna sospecha”, y aseguró que, de ser elegida, investigará “hasta el final” todas las acusaciones de corrupción dirigidas al Ejecutivo del actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva.
A pesar de todo, la candidata oficialista, que en los últimos días ha visto caer su popularidad llegando a perder la mayoría absoluta en intención de voto, atacó también a la candidata del Partido Verde (PV), Marina Silva, asegurando que también hubo corrupción en el tiempo que ocupó la cartera de Medio Ambiente entre los años 2003-2008.
Los últimos sondeos han mostrado una ligera caída en la intención de voto por Dilma Rousseff que ha derivado en un beneficio para los demás candidatos, pero a pesar de ello, la diferencia sigue siendo bastante grande. Rousseff, con alrededor del 49% de intención de voto, aventaja aún en más de 20 puntos a su principal competidor, José Serra, del Partido de la Socialdemocracia (PSDB), que contaría con alrededor del 27% de votos. La más beneficiada de la caída de Rousseff ha sido la candidata verde, que en los último sondeos ha mostrado un repunte pasando del 11 a 13%.
De traducirse en las urnas estos resultados, todo parece indicar que no sería necesaria una segunda vuelta, pues al ignorar los votos nulos y en blanco la candidata oficialista podría alcanzar el 54% de los votos que, frente al previsible 31% que obtendría Serra le sería suficiente para obtener la presidencia de manera automática. No obstante, los candidatos no dudaron ayer en reclamar la necesidad de una segunda vuelta para, según Serra, poder “enfrentar mejor las ideas”.
Serra, por su parte, también aprovechó el debate de anoche para criticar que Lula se haya acercado a gobiernos como el de Irán, al que calificó de “dictatorial”, y anunció su propuesta de aumentar el salario mínimo de los trabajadores brasileños si resulta vencedor en los comicios del próximo domingo.
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