Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) y el Instituto Catalán para la Investigación del Agua han desarrollado el primer método de análisis específico para la detección de drogas en el aire. El sistema, que se describe en la revista Analytical Chemistry, puede constituir una herramienta que permitirá conocer la evolución del consumo de drogas en la población de forma rápida y anónima mediante las muestras recogidas por las redes de calidad del aire.
Para poner a punto la metodología, el equipo ha analizado hasta 17 compuestos pertenecientes a cinco clases de drogas (cocaína, anfetaminas, opiáceos, cannabinoides y ácido lisérgico) en diversas muestras de aire recogidas en dos estaciones de calidad del aire en Barcelona y Madrid. En todas las muestras se hallaron niveles de cocaína y de un cannabinoide, el tetrahidrocanabinol (THC). En cualquier caso, los resultados, advierten los investigadores, no son representativos del conjunto de la ciudad, ya que “en esta primera fase nos hemos centrado en poner a punto la metodología y, por tanto, las muestras analizadas sólo son de zonas muy concretas”, explica el investigador del CSIC Xavier Querol, uno de los directores del estudio.
Por cantidad, los niveles más altos corresponden a la cocaína, que se ha hallado en concentraciones de 29 a 850 picogramos por metro cúbico de aire (un picogramo es la billonésima parte de un gramo). La heroína también se ha hallado en niveles detectables en las muestras de Madrid, pero no en las de Barcelona, con niveles de hasta 143 picogramos por metro cúbico.
Una posible explicación, dicen los autores del trabajo, es que la estación de muestreo y medida de Madrid está relativamente cerca de un barrio donde hay un potencial comercio de drogas y, además, en las inmediaciones hay un edificio en ruinas que se cree que se usa para el consumo.
El tetrahidrocanabinol, la benzoylecgonina (un derivado de la cocaína, presente por ejemplo en el crack) y el 6ACM (derivado de la heroína) se han hallado en las muestras en niveles de entre 23 y 33 picogramos por metro cúbico, mientras que los compuestos anfetamínicos se han detectado en todos los casos en niveles inferiores a 5 picogramos por metro cúbico.
Otro dato interesante es que las muestras, recogidas durante varios días, revelan mayor concentración de los compuestos durante los fines de semana, lo que sugiere un incremento en el consumo durante ese período de tiempo.
SIN RIESGO
El investigador del CSIC Damiá Barceló explica que los niveles medidos no suponen ningún peligro para la salud humana. Según Xavier Querol, profesor de investigación del CSIC, “En el caso de la cocaína en Barcelona, ésta se encuentra en niveles similares a los de algunos metales pesados, como el cadmio o el bismuto, contaminantes habituales de la atmósfera”. Por otra parte, según asegura Miren López de Alda, investigadora del CSIC, “ni viviendo 1.000 años llegaríamos a consumir el equivalente a una dosis de cocaína por respirar este aire”.
Por otro lado, el investigador Xavier Querol insiste en que “en ningún caso estos niveles deben considerarse como representativos del aire de Madrid y Barcelona, pues el estudio se realizó en base a dos puntos de medida muy concretos y sabiendo que había consumo de drogas en su entorno”. No obstante Mar Viana, otra de las investigadoras del trabajo e investigadora del CSIC, destaca que “los resultados de este trabajo revelan niveles relativamente altos si se comparan con las pocas zonas de Europa en las que se han realizado estudios similares”. El estudio más reciente es el realizado en 2007 en las ciudades italianas de Roma y Taranto, donde se hallaron niveles de cocaína de unos 100 picogramos por metro cúbico, añade Viana.
Para llevar a cabo el análisis, los investigadores instalaron en dos estaciones de calidad del aire unos filtros de microfibras de cuarzo que retienen las partículas que se encuentran en suspensión. Esto permite acumular los contaminantes que están presentes en unos 730 metros cúbicos de aire (una persona respira entre 15 y 20 metros cúbicos al día). Posteriormente, los filtros se analizan con una metodología que combina la cromatografía líquida y la espectrometría de masas, una técnica que presenta una gran fiabilidad de resultados. “Las muestras de las redes de calidad del aire pueden ser utilizadas para detectar y seguir la evolución del consumo de drogas”, comentan Mar Viana y Xavier Querol.
El trabajo está dirigido por los investigadores del CSIC Damià Barceló y Xavier Querol. También son autores los investigadores del CSIC Miren López de Alda, Mar Viana y Andrés Alastuey, además de Begoña Artiñano, investigadora del CIEMAT. Cabe destacar que este estudio es uno de los primeros trabajos conjuntos realizados entre los departamentos de Química Ambiental y Geociencias del recién creado Instituto de Diagnóstico Ambiental y Análisis del Agua (CSIC), en Barcelona.