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Triunfo en otra final de infarto

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El Manchester United se proclamó campeón de Europa tras imponerse al Chelsea en una dramática tanda de penaltis, que finalizó con un error de Nicolás Anelka, y que permitió a los 'red devils' sumar la tercera Copa de Europa tras las conseguidas en 1968 y 1999 y cerrar la temporada con un broche de oro.

El partido acabó con 1-1 gracias a los goles de Cristiano Ronaldo y Lampard, pero ni la segunda mitad ni la prórroga pudieron cerrar la final. Así, el lanzamiento desde los once metros se encargó de decidir la corona del nuevo rey de Europa, que portará durante la próxima temporada un Manchester sobresaliente, que acaba la temporada con su tercer título tras la Liga y la Community Shield.

Y es que 50 años después del trágico accidente aéreo en el que fallecieron varios jugadores de los conocidos como 'Busby's Babes', el Manchester agranda su historia, escribe una página brillante en la 'era Ferguson' que sirve como homenaje a esta efeméride y lo hace, además, apagando la efervescencia de un Chelsea construido a base de talón.

DOMINIO INICIAL DEL UNITED

El Manchester dominó por completo en los primeros 45 minutos y lo hizo gracias a Paul Scholes, el eterno arquitecto, que no se cansó de trenzar en el centro del campo y además logró quitarse la espinita de no haber podido jugar la final del 99, aquella que le vencieron al Bayern en el tiempo de descuento.

Además del centrocampista rubio, agrandó su ego el portugués Cristiano Ronaldo, objeto final en cada ataque de los 'red devils'. El portugués aumentó el deseo de Ramón Calderón, invitado de excepción en el choque, y sumó el primer tanto de los suyos.

El internacional luso culminó con un soberbio testarazo una preciosa jugada de Scholes y Brown en la banda derecha. El centro del defensa lo remató Ronaldo con una limpieza absoluta (1-0, min.26). Se notó cómodo el Manchester, más acostumbrado a estas lides, y algo confuso el Chelsea.

Los del multimillonario Abramovich acusaron su conformismo y dejaron hacer al United, que perdonó alguna que otra. Entre ellas, un centro de Rooney que se paseó por el área 'blue' sin que Tévez llegara a impactarla.

Pero el fútbol no entiende de justicia ni de méritos y el Chelsea se marchó al descanso con empate (1-1) gracias a un afortunado remate de Lampard. El centrocampista inglés aprovechó un lanzamiento de Essien que rebotó en Ferdinand y el resbalón de Van der Sar permitió que el '8' de los azules igualara el choque.

EL CHELSEA, DUEÑO Y SEÑOR EN LA SEGUNDA MITAD

Lampard, autor del gol, y Ballack propiciaron un cambio de imagen de los de Avram Grant en el segundo acto, casi impensable visto lo visto en el primer tiempo. El alemán avisó desde la frontal con un fuerte derechazo que se marchó por poco y Lampard se encargó de distribuir el esférico con Makelele como escudero.

Las tornas habían cambiado por completo y el Manchester se resguardaba sobre el orden de Brown y Evra en defensa. Ronaldo dejó sus bicicletas en el vestuario y Tévez perdió el brillo de la primera mitad. Así, entre el fulgurante despertar londinense y el dulce sueño que atravesó el Manchester la final cambió de color.

Se pintó completamente de azul, del azul de Drogba, que disparó al palo (min.78) o del azul de Essien, que destrozó en sus subidas por la banda. El Chelsea consiguió sacudirse la presión, los nervios de tan importante cita y mandó el encuentro a la prórroga, como síntoma del dominio de unos y otros en cada una de las partes.

Y ahí, en el tiempo extra pudo ganar cualquiera de los dos. El galés Ryan Giggs, que hoy batió el récord del mítico Bobby Charlton, remató solo a puerta y Terry desvió con la cabeza, pero es que seis minutos antes Lampard estrelló un disparo en el travesaño.

DECIDIERON LOS PENALTIS

Entre dimes y diretes de unos y otros fueron los penaltis quienes decidieron. Falló Cristiano Ronaldo, que se desplomó sobre el suelo en el tercer lanzamiento y mientras tanto el Chelsea presentaba una trayectoria impecable hasta que Terry, el último en lanzar, tropezó con el lateral del palo.

El capitán 'blue' tuvo la 'Champions' en su mano, pero no pudo rematarla. En la muerte súbita, Anderson y Giggs lo metieron con seguridad, Kalou también, pero Anelka no pudo frenar al United, que se proclama campeón de Europa sin haber perdido un solo encuentro en el Viejo Continente y con la sensación de haber dejado al resto un escalón por debajo.