Un niño logroñés, secuestrado por su madre

La historia parece sacada de un guión de película, sin embargo, es tan real que a su narrador le tiembla la voz mientras la cuenta. No es para menos. Eduardo es padre. Hace dos años y medio llegó a su vida Marcos, un niño prematuro por el que ha tenido que luchar desde el primer momento. Ahora, esa lucha se ha vuelto especialmente dura y cruel. Según relata Eduardo, su ex pareja, la madre de Marcos, ha decidido llevarse al niño a su país, Brasil, sin su consentimiento, ni siquiera su conocimiento. El pasado 10 de septiembre comenzó una pesadilla que ya llevaba forjándose algunos meses.

La separación de la pareja se produjo hace un año. Eduardo tenía que irse a trabajar fuera y su pareja no aceptaba esa situación. “Me decía que no podía dejarla sola y cuando yo estaba en Sevilla mi padre me llamó para contarme que ella había intentado suicidarse”, relata. “La encontraron en la cama echando espuma por la boca con mi hijo a su lado. En ese momento dije basta”.

Tras la separación, ella le pidió permiso para llevarse al niño a Brasil a conocer a su familia. Tenía que volver el 23 de octubre. Una vez allí, retrasó la fecha hasta noviembre, con el consentimiento del padre. Pero tampoco volvió. “Me decía que no quería estar en España si no podía estar conmigo. Tuve que vender mi coche para pagarme un billete”, recuerda Eduardo.

Allí empezó su primer calvario. Tuvo que pasar cinco meses en el país, trabajando de forma ilegal, durmiendo incluso algunos días en un coche. Al volver a España, Eduardo encontró una carta de los Servicios Sociales alertando de que la madre había decidido suspender por su cuenta un tratamiento específico que llevaba el niño por haber nacido prematuro.

Eduardo puso una denuncia por sustracción y cuando se lo comunicó a su ex pareja, ella decidió volver. “No hicimos papeles, estábamos de acuerdo en todo. Ella se instaló en Barcelona con su hermana y decidimos que Marcos pasara diez días con cada uno”, explica el padre.

Hace unas semanas la historia volvió a dar un giro radical. “Unas amigas le dijeron que yo había rehecho mi vida, que estaba con una chica. Entonces le entró de nuevo la locura”, relata, “decía que me quería, que no podía vivir sin mí, pero conseguí tranquilizarla, aunque mis amigos me decían que no me fiara”.

El mismo día 10 de septiembre ambos estuvieron hablando por whatsapp por la mañana. Eduardo le dijo que necesitaba hablar con ella, por temas relacionados con el tratamiento del niño, ella le contestó que estaban durmiendo y que hablarían más tarde. Pasaban las horas y Eduardo no tenía noticias de su ex pareja. A las 12 de la noche, acompañado por su pareja, cogió una moto y partió rumbo a Barcelona.

“Apenas un cuarto de hora antes de llegar, paramos a echar gasolina y recibo un mensaje del móvil brasileño de su madre. Era ella. Me decía que estaba en Brasil con el niño, que su abogado se pondría en contacto conmigo”, recuerda con la voz entrecortada.

En ese momento el mundo se paró. Pero pronto se puso de nuevo en marcha a pasos acelerados: denuncia ante los Mossos de Esquadra, difusión de su historia en redes sociales, movilización de familiares y amigos. El domingo, Eduardo acudió a la Maratón de Logroño y se puso en contacto con la alcaldesa, Cuca Gamarra, y con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Ayer mismo la Policía Nacional se puso en contacto con él. La maquinaria no para.

“Confío en que todo se solucione”, afirma Eduardo, “pero tengo miedo porque ahora en Brasil se siente segura pero si empieza a verse acorralada por la justicia, temo que pueda hacerle algo a mi hijo”.

Durante todos estos días, ella le manda fotos del niño, pero no le dice dónde están y le asegura que ni la justicia ni la policía le harán volver. La historia no ha terminado.