El vino es una de las bebidas alcohólicas más complejas, tiene más de mil componentes volátiles identificados, por lo que es no es fácil detectar un fraude con un simple análisis sensorial. Un estudio de la Universidad del País Vasco en el que participa la riojana Cristina Olavarrieta, como parte de su Tesina Fin de Máster, ha diseñado un sistema para extraer los vapores del vino sin tener que quitar el corcho de las botellas.
Y es que el espacio de cabeza de una botella de vino, como detalla eldiario.es, está formado por las sustancias gaseosas acumuladas entre el corcho y el vino, que “constituyen un equilibrio químico mientras no se descorche la botella”. Estas sustancias nos informan de la variedad, la añada, la forma de elaboración o la denominación de origen, pero el problema está en llegar a ese espacio sin descorchar la botella.
El estudio, realizado por el Servicio Central de Análisis de Álava de la Universidad del País Vasco, permite determinar los compuestos presentes en ese espacio y aproximarse así a la detección de fraudes. El sistema diseñado extrae una pequeña porción de gas del espacio de cabeza de las botellas sin descorcharlas, con una jeringa de inyección directa de gas que perfora el corcho y luego permite su sellado.
Se han seleccionado 22 vinos (11 vinos crianzas y 11 vinos jóvenes) que se inyectan en un cromatógrafo de gases acoplado a un espectrómetro de masas. Un sistema que identifica hasta 20 compuestos, formados durante el proceso de vinificación, lo que permite clasificar los vinos y detectar posibles fraudes.