La Selección Española de Panadería Artesana se ha proclamado campeona mundial en Rimini. El equipo “Espigas” está dirigido por José Roldán con la asistencia de Jesús Sánchez, y compuesto por Daniel Flecha y Samuel Suárez, se ha adjudicado también el premio especial a la “Mejor Presentación”.
Como pieza fundamental en el equipo también está Eduardo Villar, de Horno Arguiñano, que preside la Confederación Española de Panadería, Pastelería, Bollería y Afines (CEOPPAN). “Cuando llegué quise darle una vuelta a la selección y formarla por profesionales y nombre para ello a José Roldán como seleccionador”.
Mientras la panadería artesana vive un momento muy importante, con la profesionalización del sector y siendo puntera en todo el mundo, la subida de los precios y la falta de relevo generacional la están asfixiando.
Ante esta situación, Villar espera que este triunfo, “y más que vendrán” sea un revulsivo para impulsarla: “la selección española es el eje vertebrador para que la gente quiera ser panadera”.
“El pan vive una muerte dulce”
Mientras tanto, en La Rioja ya han cerrado cuatro panaderías en el escaso mes que ha trascurrido de año. Los que más padecen esta situación, los pueblos: “se quedan sin pan porque no sale rentable subir para vender cuatro barras”, señala Villar.
“Cada día se hace menos pan porque no sale rentable, estamos ante una muerte dulce”, advierte. La subida del precio de la luz la están sufriendo en las panaderías, que cambiaron sus hornos de gas por eléctricos para ser sostenibles. ¿Y las materias primas? “Cualquiera que vaya a la compra lo puede ver, hay que controlar mejor que se cumpla la Ley de la Cadena Alimentaria”.
El relevo generacional también preocupa a Eduardo Villar: “la panadería es desconocida”. Asegura que programas como Masterchef han provocado que todos quieran ser cocineros. “Pero la panadería ha cambiado mucho, se ha profesionalizado, hay mayores comodidades, mucha investigación...”
Para Villar, la clientela sí que está de su lado: “las personas con un poder adquisitivo estable valoran la calidad, aunque hay que concienciar todavía a la juventud”. Mientas tanto, Eduardo Villar sigue haciendo grande el nombre de la panadería artesana española y protegiéndola ante el difícil momento que atraviesa.