De la realidad a la ficción o de la ficción a la realidad. La inquietante mirada de Isaac Rosa merodea por los recovecos de la actualidad para contarla, semana a semana, de otra manera
¿Serías capaz de vivir un mes con 950 euros?
Venga, os cuento lo mío, atención. Empecé el mes, día 1, teniendo en la cuenta:
950 euros
Ese primer día ya resté 385 euros del piso (es de alquiler, compartido con mi pareja, ella también trabaja y vamos a medias en los gastos), y otros 60 euros de suministros domésticos (luz, gas, agua, teléfono; también en eso vamos a medias). Me quedaban:
505 euros
Ah, esperad, que se me olvidaba incluir el abono transporte mensual, que son… Dejadme ver… 54,60 euros. Así que al final de ese primer día del mes me quedaban en la cuenta:
450,40 euros
En alimentación había estimado 8 euros diarios, comiendo y cenando todos los días en casa, comprando todo de oferta, marca blanca por supuesto, y renunciando a ciertos productos. Eso serían 56 euros a la semana, pero al final ha sido un poco más: la primera semana 65,05, la segunda 73,15, y la tercera conseguí dejarlo en 57,10 euros… En lo que va de esta cuarta semana ya llevo 98 euros, tuve que comprar varias cosas para la casa. Aquí tengo los tickets si queréis comprobarlo. Si restamos esas casi cuatro semanas de gastos básicos de manutención, me quedan todavía:
158,10 euros
¿Qué más? Me he tomado varios cafés a media mañana, en la media hora de descanso. Y unas pocas cervezas a la salida, muy pocas y siempre buscando los bares más baratos. En total, 49 euros en esas tres semanas. Así que me quedan:
99,10 euros
Luego hay unos cuantos gastos menores que no tengo apuntados, calderilla sin control: alguna compra fuera del súper, una caja de frenadol para el catarro, enviar una cosa por correo, algo de gasolina los pocos días que he tenido que mover el coche… Restando todo eso me quedan en la cuenta:
3,25 euros
Y estamos a día 26. Solo cinco días para terminar el mes, pero yo creo que con lo que tengo en la nevera, y un par de veces que vaya a comer a casa de mi madre, podría llegar al día 31 y salvar el mes…
–Ni de coña, tío. No llegas. Te quedan tres putos euros, no vas a estar cinco días comiendo arroz y espaguetis. No lo has conseguido, fuera.
–Bueno, espera al 31, todavía tengo opciones. Pero a ver tú, listo.
–Yo, fatal, mira. Empiezo el mes con:
950 euros
Le quito mi parte de la letra mensual de la hipoteca (a medias con mi mujer también), la mitad de los suministros básicos y el combustible (que yo necesito el coche para ir a currar), y ya solo me quedan:
380 euros
Ahora suma las compras del súper, dos días que he tenido que comer fuera de casa, una camisa que me compré rebajadísima, dos multas de la zona azul, y cuatro chuminadas más pero todas necesarias, ni un mínimo lujo. Hasta he quitado Netflix, me pasa un amigo su clave para ver series. Pues aún así, a día 26 que estamos hoy, me quedan en la cuenta:
-67,80 euros
–¿Casi 70 euros? Tú eres rico, chaval.
–Fíjate bien, que lleva un “menos” delante. Números rojos, colega. Menos sesenta y siete euros con ochenta putos céntimos. Me quedé casi a cero hace tres días, y me han pasado una factura del teléfono que me están llamando del banco para no devolverla. Un desastre. Y eso que este mes hemos limpiado nosotros la casa.
–Aprended de mí, derrochadores. Mirad mi saldo bancario de hoy:
173,20 euros
–¡No te lo crees ni tú! ¡A ver esos gastos, fullero!
–Aquí los tenéis, comprobadlo vosotros mismos.
–A ver, a ver, que tú no tienes pareja, y los solteros acaban gastando más… ¿Cómo que 200 euros de vivienda? ¿Vives en un piso patera o qué?
–Una habitación.
–No hay habitaciones por 200 euros.
–La encontré en una web de compartir piso, listillo.
–¿Sí? ¿Dónde? ¿En un pueblo de Teruel?
–No, está dentro de la comunidad. En Pinto. O Valdemoro, no sé, uno de esos sitios.
–Pero entonces estás fuera de la zona A, así que métele más al abono transporte, que tendrás que coger el Cercanías para llegar al curro. Y estos gastos de alimentación… Te estás quedando con nosotros.
–Austeridad total, chavales. Si buscas bien, encuentras ofertas. Hasta he puesto algún kilo este mes, que la comida barata engorda, jaja.
–Pues yo casi lo consigo, solo me sobran estos últimos cinco días y habría acabado el mes.
–¡Pero si tú vives en casa de tus padres, y comes a mesa puesta! ¿En serio te has fundido 950 euros en menos de cuatro semanas? Puto vicioso, jaja.
–A mí no me ha durado una semana.
–Otro vicioso. ¡Pero si vives en un piso de tu familia y no te cuesta nada!
–Tengo que pagar la comunidad, que con la calefacción, la piscina y el segurata es una pasta. Con eso, el colegio del niño, la luz y teléfono, ya se me han ido los 950 euros antes de poner un pie en la calle, jaja.
–Pues yo estoy a punto de conseguirlo. Si no tengo ningún gasto imprevisto, llego a final de mes. Tengo todavía treinta euros en la cuenta.
–De ti me lo creo, guapa, que con tal de ganar una apuesta eres capaz de cualquier cosa.
–Me ha costado, no te creas, llevo todo el mes en plan monje cartujo. Fumando tabaco de liar. Y ni un gintonic me he tomado.
–Sí que te ha dado fuerte, jaja.
–Tampoco viene mal un mes de prescindir de lo superfluo y vivir con menos. Es como hacer un plan detox a lo bestia. Y luego vuelves a la vida normal con más ganas.
–Pues esa es la “vida normal” para muchos, rica.
–No te pongas aguafiestas, que te veo venir.
–¿Vida normal? ¿Y qué hacen si un mes tienen un imprevisto, una avería del coche, la lavadora que se jode? ¿No compran ropa? ¿No van al dentista?
–¿No se divorcian?
–Venga ya, seguro que la mayoría de quienes cobran el salario mínimo son chavales que viven con sus padres. O mujeres, con maridos que ganan un buen sueldo. No me creo que nadie viva de verdad con 950 euros…
–Y con menos, te lo digo yo.
–No te pueden pagar menos de eso, ¿no? Por algo se llama salario “mínimo”.
–Pregúntaselo a la chica que trabaja en la tienda de tu madre, a ver qué te cuenta.
–Bueno, pero ella está contratada a tiempo parcial, solo trabaja fines de semana y algunas tardes. Y nadie la obliga a trabajar ahí, como nadie la obligó a dejar de estudiar y no encontrar mejores trabajos.
–No te cabrees, oye.
–Que no se cabree nadie, que esto es solo un juego.
–Y por ahora voy ganando yo, que todavía me queda dinero en la cuenta. Me vais a pagar entre todos la cena que nos apostamos.
–Pues tendrás que esperar a que cobremos el mes que viene, jaja.
–Menudo exitazo lo del #SMIChallenge. El otro día tuve una comida con varios clientes, y en la sobremesa salió el tema. Resultó que todos lo estaban haciendo.
–¿Una comida con clientes? No la pagarías tú, jaja.
–Mi cuñado también se ha apuntado. El gilipollas hace todos los retos que se entera por Facebook: el de echarte un cubo de agua helada, el de lanzar la botella, el de comerte un chile picante o el de ponerte a bailar en sitios inesperados. No iba a perderse el #SMIChallenge.
–En la tele escuché a un tertuliano que también lo está haciendo. En su caso dijo que era para demostrar que el salario mínimo es más que digno, que se puede vivir incluso con menos. Lo hace para criticar la última subida, claro.
–Y políticos, hay varios que lo están haciendo y lo comparten en redes. Y sindicalistas.
–Ya, pero esos lo hacen en serio, para demostrar que, a pesar de la subida, 950 euros sigue siendo un sueldo muy bajo, y así preparar el terreno para el próximo aumento. Fueron ellos los que lanzaron el reto, como una denuncia: “¿Serías capaz de vivir un mes con 950 euros? Súmate al #SMIChallenge”. Qué panda de capullos. Cuando hayan visto el cachondeo que hay con el tema, se habrán arrepentido de la idea, jaja.
–¿Cómo era eso que has dicho del plan detox? Voy a tuitearlo, jaja.
–Venga, compañeros del metal, vamos a tomar algo, que es fin de semana.
–¿Y qué pasa con el #SMIChallenge? ¿Ya no lo seguimos?
–Hagamos un botellón, como cuando éramos jóvenes. O mejor, vamos a tu casa.
–Que no, acuérdate de que solo tengo una habitación en piso compartido, jaja.
–Pues mejor, que se apunten también tus compañeros. ¿Son panchitos o qué? ¿Dónde era, en Pinto o en Valdemoro?
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